Aceptar que uno es el planeado
Me dejó el avión. Planee viajar desde hace varios días, supe de los horarios y sé cómo es el tráfico en la Ciudad de México, aunque también…
Me dejó el avión. Planee viajar desde hace varios días, supe de los horarios y sé cómo es el tráfico en la Ciudad de México, aunque también sabía que era domingo y todo, pero cada día me hace más y más sentido que uno no es quien planea, más bien uno es el planeado, y conviene ir reposando en esa idea sin dejar la responsabilidad de lado. Por decirlo de alguna otra forma, hay que planear, hacer responsablemente lo necesario para que el plan se cumpla, pero independizarse emocionalmente del resultado, por salud mental. Hay cosas que por más que uno intente hacer bien, no salen así.
Por ahí recuerdo un dicho que dice: “Uno propone, Dios dispone, llega el diablo y todo lo descompone”. Algo hay de eso, por lo menos hasta la parte del “…Dios dispone”, porque hasta creo que Él es el que dispone si el tercero entra a escena o no.
Con una actitud así, hay paz incluso frente a lo que podría ser una circunstancia generadora de ansiedad. Todo el tiempo iba pensando: “Si debo de tomar este avión, ahí estaré, y si no, no”. Punto. Y pues… no, no me tocaba ese avión, me quedé en el aeropuerto otras 4 horas a esperar el siguiente. Y pues mientras, a comer delicioso, y a consentirme en un spa en la sala Centurion de AmEx. Definitivamente hay que aceptar que uno es el planeado, y cuando sabes Quién es el que planea, vale el gozo desarrollar una actitud de plena confianza.
En este caso, solo he aprendido que para los que vivimos en la ciudad de México, vale la pena salir -literalmente- tres a tres horas y media antes de la hora de salida del vuelo. Hoy los aeropuertos ya parecen centros comerciales y tienen una lujosa selección de restaurantes. Pues mejor “disfrutar” del aeropuerto que abrir la posibilidad de angustia por no aceptar una crisis vial crónica de esta ciudad. Hoy decido planear mis salidas al aeropuerto mínimo tres horas antes. Veamos qué sucede. Sigo abierto a dejarme sorprender por el verdadero planeador.