Hace unos días, escuché de un entrenador personal, quien además es fisioterapeuta, sus atinados comentarios que me compartía con singular alarma cuando fue a ver a un paciente y que no se movía, que llevaba una vida intensamente sedentaria. Y me repetía con singular admiración en su relato: “¡No se mueve, no se mueve para nada!”, tratando de explicarme que por eso se sentía mal.
Por alguna razón me hizo recordar que yo he regalado un pequeño libro a algunas personas, y luego de meses me las encuentro y no lo han terminado. Pensé para mis adentros: “¡No lee, no lee!”.
Existe la apatía para mover el cuerpo y la apatía para estirar la mente.
Pues así, parece que cada quien fluye por donde menos resistencia perciba. Estos momentos de reflexión me hicieron recordar una frase, una de esas matadoras que aprendí de una gran maestra de vida:
“Conforme avances por estas lecciones, el falso consuelo cederá el paso al verdadero bienestar, y la autodestrucción será remplazada por nutrición y cuidado. Y todo ello sucederá por una única razón: para que conozcas el amor más de cerca”. –Marianne Williamson.
Me cimbra eso de “…el falso consuelo cederá el paso al verdadero bienestar… para que conozcas el amor más de cerca”.
Sí, de eso se trata. No debe ser ningún sacrificio efectuar un cambio para mejorar. Se trata de incrementar el amor propio, el amor en sí. Cuando eso sucede, el cambio es consecuencia.
Momento para pensar un rato.
–Alejandro Ariza Z.