Cuando la mente se rompe, pero el alma despierta
¿Y si una tragedia, lejos de sentirse solo como una dolorosa crisis, fuera la grieta por donde entra la luz para una nueva comprensión y propósito?
Estimad@ lectora, lector:
🔺 AVISO IMPORTANTE 🔺
Como ya debes de saber a estas alturas, ya no suelo publicar aquí en Substack. Eso como consecuencia de que hace unas semanas, de la nada, Substack me suspendió mi cuenta y, lo que consideré más grave, sin previo aviso. Así, por casi 10 días sin explicación, ni manera de acceder a ellos (humanos) en todo ese tiempo; me explicaron después que fue un tiempo en que “revisaban” mi vasta lista de correos y, luego de su análisis, decidieron cortar el 95 % de mi lista para que fuera más “segura”, dados sus cálculos de poca apertura en la lista original, que para cuidar el sistema de Substack.
Así de violento.
Por supuesto, me han dejado con incertidumbre permanente para volver a publicar aquí. En alguno de sus comunicados, terminan diciéndome: “Y no podemos garantizar que en un futuro se cierre la cuenta”. 😳
Que todo depende de la apertura de correos. Algo que no está en mi control.
Así, mejor podrás seguirme ahora en mi blog:
Está basado en la solidez de “Wordpress” y ya investigué platicándoles a ellos esto. Me dijeron: “Nosotros jamás haríamos algo así. Aquí, abra quien abra sus correos, no suspendemos nunca una cuenta por esa razón”.
No tuve que pensar más para escribir mejor allá.
Si eres de los despistados (con todo respeto) y todavía me lees aquí, pues te muestro aquí hoy el artículo que publiqué allá, solo para que disfrutes de iniciar su lectura aquí, pero te terminaré invitándote a que termines de leerme allá.
💡 Noticias:
Mis notas también las he migrado, por la misma razón, y puedes leerme diariamente, en mis textos breves, acá:
www.NotasDeAlejandroAriza.blog
Me encantará leer tus comentarios allá.
✍🏻 Columna: “Cuando la mente se rompe, pero al alma despierta”.
¿Podría una tragedia ser el inicio de una nueva transformación? ¿Podría una crisis ser el efecto bujía para prender una luz en tu camino? Incluso, ¿podría una psicosis ser el origen de un nuevo entendimiento y misión?
Quizá.
Lo analizaremos.
En esta ocasión quiero compartirte una mera y subjetiva cavilación que podría ayudarte a entender toda crisis, por grave que parezca, como lo que es: solo un momento. Un momento decisivo de cambio. Una muy posible señal de destino que termina llevándote a mejorar.
Un principio filosófico de mi vida es este:
«Detrás de toda tragedia, siempre hay oculta una bendición». —Alejandro Ariza Z.
Siempre.
Solo es cuestión de tiempo para descubrirlo. Cuestión de tiempo.
Si has asistido a mis conferencias, seguramente me lo has escuchado decir, has sido testigo de cómo expando mi filosofía de vida con ese mensaje central. Y si no, pues ya lo leíste aquí.
Dicho de otra manera, digamos que no todo «lo malo» que te pasa es realmente malo. Irónicamente, pasado el tiempo, podrías alcanzar a verlo como algo bueno, muy bueno, quizá extraordinaria y maravillosamente bueno. Casi me atrevería a afirmar que no existe nada malo. Cuestión de tiempo.
Pero, ¿cómo podría cambiar algo tan radicalmente hacia el otro extremo del espectro? Algo malo, terminar siendo algo tan bueno.
En mi experiencia, te repito: cuestión de tiempo, a veces mucho, mucho, mucho. El tiempo que el humano necesita para empezar a asomarse a ver los planes de Dios. Unos que siempre resultan mejores. Nuestro problema es que la medida que nosotros tenemos del tiempo dista años luz de las medidas del tiempo de Dios.
Viene a mi mente una ilustración que leí hace mucho tiempo de Eric Butterworth en su extraordinario libro, Economía espiritual, donde dice: «Por ejemplo, al enfrentar la experiencia de desempleo, hay normalmente miedo, compasión de sí mismo y un sentido de inseguridad. Es importante comprender que esto viene de una aceptación sutil de la permanencia de la condición. Si te mantienes en el pensamiento de que el desempleo ha venido para pasar, y lo ves como una experiencia pasajera, restauras súbitamente tu confianza, conjuntamente con tu sentimiento de unidad con el fluir divino».
En toda crisis, eso suele engañarnos a muchos: la magnitud de ella nos hace sentir terriblemente mal, esa magnitud nos hace creer que la tragedia que estamos viviendo es para siempre; cuando estamos en plena crisis, así «parece».
¡Y no es así!
Yo nací con algún defecto —de mi colección— en mi oído derecho y se me tapa con una enorme facilidad al mínimo cambio de presión. Desde siempre. Recuerdo cómo, desde muy niño, viajar en avión era un suplicio. Y terminé siendo un viajero ultra frecuente desde mis 6 años de edad. El dolor por cómo se me tapaba el oído al despegar o aterrizar, era extremo. De verdad preocupante. Sé que a muchos niños les duele, a varios adultos también, pero lo que a mí me pasaba era muy dramático. Por eso, con el paso de los años, descubrí que no era «lo normal» que le pasa a mucha gente. Descubrí un error anatómico de diseño en mi oído interno. Lloraba y recuerdo perfecto cómo me frustraba viendo a mi papá y a mi mamá y a la gente sin que nadie me pudiera ayudar. A lo más que llegaban era a decirme: «Bosteza, abre grande, masca un chicle, traga, deglute». Nada de eso me funcionaba. Mi frustración y ansiedad se incrementaban, a la par del dolor.
De repente…
PARA SEGUIR LEYENDO, HAZ CLIC AQUÍ
¡Emoción por existir!