El desafiante arte de estar triste de la manera correcta.
El reto de saberse plenamente humano y rendirse inteligentemente a esa sabiduría.
Muchos autores hablan de cómo ser feliz y muchos de ellos se han obsesionado con esa idea en el mundo de la "superación personal", me refiero a ese "optimismo" ya obsesivo. Yo creo que pertenezco a otra clase de autores de superación personal y hoy quiero compartir contigo algo acerca del desafiante arte de estar triste de la manera correcta, o bien podría haber intitulado este artículo: Cómo vivir la experiencia humana en forma naturalmente completa. O mejor aún y hasta más concreto: Saberse humano y rendirse a esa sabiduría.
Este es el único artículo del mes de acceso libre. Así me llevó la intuición o destino a publicarlo. Creo será por algo valioso, eso espero. También sé que si trabajara conmigo alguien de “marketing” me diría que no publicara esto en pleno diciembre, mes en donde “conviene” publicar cosas propias de la felicidad de la época. Pero afortunadamente no trabaja nadie en “marketing” para mí. Solo obedezco a mi corazón y más de alguien, avezado, podrá descubrir que el tema de hoy implica una vida feliz, una verdadera, una completa.
Hoy también te escribiré, como todo lo que he escrito en mi vida (cientos de artículos, 14 libros hasta el momento, y cientos y cientos de publicaciones en redes sociales), con un ingrediente esencial: la experiencia propia. Sí, he estado tremendamente triste, como nunca antes en mi vida. Y sí, sé que hablarlo públicamente no es tan "taquillero" como los temas clásicos de superación personal, esos del "tú puedes, eres águila y surcarás los cielos a grandes alturas y bla, bla, bla". Desde hace muchos años fui experto en esos temas y lo sigo siendo. No lo niego, sirve, funcionan. Pero hoy hablaré de lo que podría llamar "un igualmente valioso complemento de la experiencia humana", estar triste.
Dentro de la magia que siempre he notado que existe en la sincronía sucedida por medio de Internet, hoy vuelvo a vivir uno de esos mágicos momentos, en donde uno recibe ayuda como si alguien de otra dimensión supiera que uno la necesita e Internet es la vía de contacto. De esto ya he hablado mucho y si eres mi lector asiduo, recordarás un artículo que escribí al respecto hace tiempo. Sin duda seres de otra dimensión usan el Internet, y específicamente el correo electrónico, para comunicarse con nosotros. Pero, no quiero salirme del tema objetivo de hoy, aunque este otro tema sea apasionante. Hoy recibí un correo que me hizo mucho bien y conocí de la existencia de Helen Russell, autora de éxito en ventas, y periodista. Hace tiempo fue editora de Marieclaire, y se convirió en corresponsal en Escandinavia para The Guardian. Es autora de varios libros, muchos especializados en manejo de emociones, exitos internacionales y sus participaciones en TED han sido ya vistas por más de medio millón de personas. Es alguien de ligas mayores y me dio mucho gusto empatar con ella en una de sus reflexiones: la tristeza también importa y es parte de una vida feliz.
Al igual que ella, soy fan de una vida feliz. Cualquiera que me conozca, sabe de mi filosofía de vida, muy enfocada a la emoción por existir y siempre esperar lo mejor. Sin embargo, una vida completa, una vida con sentido, una vida humana, ¡no solo es eso! Es como querer entender la existencia de una moneda con un solo lado. ¿Me captas con este ejemplo el imposible que quiero comunicar hoy? Se me acaba de ocurrir el ejemplo y creo que me salió de maravilla. ¿Te puedes imaginar una moneda con un solo lado? Imposible, ¿verdad? Pues querido lector, lectora, así son las experiencias de un ser humano, hay un lado alegre y otro triste, uno positivo y otro negativo. Y saber que como humanos tenemos ambos lados, luz y sombra, es necesariamente sano, es saberse plenamente humano; somos la moneda. Lo que pasa es que poco se nos educó para aprender a vivir ese lado triste "correctamente". Hoy me quiero aventurar a comentar brevemente al respecto. A mí me sirve por la transformación y autoayuda que siempre implica escribir, espero que te sirva también a ti por ayuda que siempre ofrece el leer.
Una reacción natural: la tristeza
La tristeza es una de las seis emociones básicas del ser humano, según Paul Ekman. La tristeza es un estado anímico sucedido como consecuencia de un evento desfavorable, la mayoría de las veces, una pérdida. Suele caracterizarse por pesimismo, insatisfacción y tendencia natural y fácil al llanto, aderezada muchas veces de frustración.
Si habláramos de opuestos, la tristeza es lo opuesto a la alegría. Y sí, puede servir de algo empezar mi análisis de hoy con una definición, pero en esencia, sé que sabes de lo que estoy hablando porque tristeza, todos los humanos la hemos sentido, en mayor o menor medida, a veces en forma desgarradora, a veces como melancolía. La tristeza es parte natural de la experiencia de ser humano. Saber esto plenamente, es ya gran parte de una enorme ayuda para el arte de aprender a vivir.
La tristeza puede ser desconcertante para quien la vive y desafiante para quien intenta ayudar a quien la vive. Son parte del reto para esos momentos en que nos deseamos apoyar, para esos tiempos difíciles. ¡Y cómo no van a ser desafiantes y difíciles si nadie nos enseña a ser plenamente humanos!
Si eres fan de la lectura de superación personal, podrás notar cómo hay autores y lectores que ya tienden a parecer fóbicos a la tristeza. Reacios a vivir cualquier emoción que no sea la alegría y la felicidad. Extraños seres que desean encontrar (o intentar ser) una moneda de un solo lado. Este absurdo existe.
Una de las principales lecciones de vida que puedo compartir contigo es esta: Cuando estés triste, está triste y no desees salir de ahí. No se trata de salir apresuradamente de la tristeza como si la experiencia fuera tragedia mortal (que a veces puede figurarse). Se trata de conocerte ahí también, de apreciarte humano, precisamente por vivir la experiencia. Ayudémonos de esta teoría (que muchos ya la han comprobado en su práctica): Así como llegó sola la tristeza como natural reacción a un evento desfavorable y quizá inesperado, así también llegará un momento en que se irá sola. ¡Llegará! Que uno quisiera que llegara ese momento más rápido y pronto, sin duda. Casi a nadie le gusta sufrir. Pero se irá. Y apostando a que se irá, qué necesidad de querer que se vaya antes, si ya tiene un boleto comprado de salida, con fecha y hora. Una fecha y hora... que no es de nuestra incumbencia. Estar triste es parte, solo una parte, de lo que nos hace experimentar una vida completa. Y sabe algo: no se trata de ser siempre feliz y alegre. Se trata de vivir una vida completa. Y además (peor aún) no existe otra opción más que la de vivir una vida completa. No nacimos para vivir en parte. No nacimos para vivir un solo lado. La mismísima definición de "lado" implica la existencia del otro. Hay que saber esto. Quizá sea parte de desafiante arte de estar triste de la manera correcta, tan solo sabiendo de su natural coexistencia. Le quise llamar arte porque no se trata de una ciencia, no hay una fórmula exacta, hay solo una invitación a la comprensión de lo que significa ser humano y saberse plenamente como tal. La moneda descubriéndose moneda.
Cuando alguien vive una pérdida, por ejemplo, la muerte de un ser querido, y naturalmente se experimenta una gran tristeza, la pregunta al terapeuta no debería ser cómo lograr volver a vivir alegremente, si es que se pudiera, ya que la visión de futuro, mientras se vive el duelo, se empaña con la respuesta de un factible imposible. La pregunta al terapeuta creo que debería ser: cómo puedo convivir con mi tristeza mientras me dura, me dure lo que me dure. Pienso, quizá, que esa sería una pregunta más sensata, una pregunta que nos conviene tener preparada. Y para más de uno, mi respuesta como terapeuta podrá sorprender… sería: Así no más, aguantando, es decir, experimentándola a todo su esplendor. Es parte de la vida y es necesario experimentarla para experimentar aún más una futura alegría. Intentaré ser más sucinto: la tristeza es lo que se supone que debemos sentir, en forma enteramente natural, frente a una pérdida, y no hay nada más que hacer. No hay más que darse la oportunidad de sentirla a plenitud y entendiendo que es la reacción más sensata cuando nos suceden cosas malas. La tristeza sucede para experimentarla, no para eliminarla. Mientras vivimos la tristeza quizá no lo veamos ni lo entendamos, pero la tristeza es parte de la solución para poder seguir viviendo luego de nuestra pérdida. Aunque parezca absurdo, así es. Nos conviene saberlo. Sabiéndolo, ¡démonos la oportunidad de sentirla plenamente! Y de hecho, porque se irá algún día. Saber ese día no es algo que nos corresponda. Así como no nos correspondió saber cómo llegó.
Si alguien toca tu puerta y viene con la sana intención de entrar a tu casa para mostrarte algo de valor, lo más sensato sería dejarle pasar para convivir un rato. ¿Te imaginas que llegara alguien así de visita a tu casa y en cuanto pusiera el primer pie dentro, ya quisieras que se fuera? Su visita te será muy difícil. Entrará y tú todo el tiempo vivirás anhelando que ya se vaya. ¿Qué tal si al permitirle entrar te dedicaras a conocer a qué vino, a escucharle, a recibir el mensaje que te trae y esperar pacientemente a que se levante y se retire luego de ello? Hoy, a mí, así me está sirviendo imaginar la escena para sobrellevar mi duelo. Ya no quiero que se vaya mi tristeza, quiero aprender lo que me viene a enseñar y no luchar para su partida, me desgastaría el doble. Mejor esperar, sí, con natural dolor, hasta su retirada.
Vivimos en una cultura en que se sobrevalora estar alegre y feliz la mayor parte del tiempo. Y mira quién te está hablando. Yo desde hace años en que lo aprendí, lo enseño, cinco palabras: "Lo normal es estar bien". Pero ese "bien" incluye la tristeza cuando es la más natural reacción ante un evento doloroso en nuestras vidas. Es parte del bien, entendido como lo natural en la experiencia de ser humano. Sí, hay que aprenderlo. Quizá por eso, quien más nos puede apoyar en momentos así es quien ya lo ha vivido. Hay un gran poder de apoyo para quien ya lo vivió y así puede entenderte mejor. No busques apoyo en quien no ha vivido una experiencia similar. Le será muy difícil ayudarte.
No se trata de "nunca estar triste" como símbolo del éxito en nuestra cultura, de exitosa y orgullosa resiliencia, de triunfante estoicismo. No, no, no. Se trata de ir aprendiendo a ser plenamente humanos, con la lección incluida del desafiante arte de estar triste de la manera correcta: aceptando su existencia. Viviendo la tristeza así sin más.
Entendiendo la tristeza
Por todo lo que leí hace años y aprendí de cierta escuela de "superación personal", pareciera que se nos intentó persuadir para vivir una experiencia de felicidad endeble, una alegría angosta, quiero decir, una experiencia humana incompleta, una existencia fraccionada. Sí, querida lectora, sí, querido lector, parece que nos quisieron vender la idea de una vida incompleta. Nos convienen aprender y entender que la tristeza es parte de lo que hace una vida completa. Y no nacimos para vivir partes de una vida. ¡Nacimos para vivir una vida completa!
En el artículo de hoy no estoy hablando de depresión. Esa es una enfermedad que requiere de atención médica especializada. Hablo de la tristeza, como el ardid que tiene la vida para ayudarnos a superar pérdidas, desilusiones y fracasos. La experiencia triste nos viene a enseñar algo. Muchas veces, la tristeza nos viene a ayudar para cambiar nuestra idea de lo que es nuestra vida. ¡Y cambiamos! Nos hacemos más sensibles al humano. Desarrollamos mayor capacidad para entender a los demás. Surgen deseos de amar y ser amados como nunca antes. Surgen como una necesidad hermosamente natural, humana, divina. Solo hay que esperar el punto de ebullición.
¿Puede haber miedo a no saber o no querer enfrentar una gran tristeza? Puedes apostar a que sí, suele ser abrumador. Pero el costo de no hacerlo, puede resultar peor. Dicho en otras palabras, nos conviene más tomar al toro por los cuernos que esperar a que el toro no nos haga nada.
Intentar evitar la tristeza es intentar limitar nuestra existencia. La moneda intentando solo ser de un lado. Y sí, hay quien en su fanatismo por la alegría con su incluida repulsión por la tristeza, logran eludir la emoción para llevarse una sorpresa, como monedas al fin, eluden toda emoción, hasta grandes partes de alegría y felicidad. Personas que se empiezan a hacer planas en sus emociones, insensibles. Creyendo tener ventaja, caen de lleno en una de las peores desventajas de la experiencia humana, una vida incompleta. Mira esta ironía: todos podemos ser más felices, por completos, aceptando y viviendo la tristeza. Söeren Kierkegaard dijo: "Hay belleza en la melancolía y la tristeza". El mundo carecería del bien de una gran cantidad de arte sin la tristeza. Cualquier artista te lo podrá afirmar. Si eres uno de ellos, lo puedes confirmar.
Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur descubrieron que aceptar y permitir la tristeza temporal ayuda a mejorar nuestra atención al detalle, aumenta la perseverancia, promueve la generosidad y nos hace más agradecidos por lo que tenemos. Imagina a esa persona que intentó entrar a tu casa y por permitirle entrar y escucharlo con atención, te logra enseñar a disfrutar más de la vida a través de los pequeños detalles, siembra en ti un corazón más generoso y empiezas a valorar mucho más cada minuto y experiencia de la vida como para vivir más y más agradecido en todo momento. El intercambio vale la pena.
Cómo estar triste de la manera correcta
Luego de todo lo anterior, como breve introducción, qué te podría compartir, así como para lograr una "correcta manera" de estar triste. Basándome en el libro que descubrí, *How to be sad*, de Helen Rusell, y apoyado en mi experiencia más reciente, te dire:
1. Acepta que la tristeza es parte natural de la vida
2. Incrementa el contacto con las personas valiosas para ti
3. Entiende que la tristeza solo es un lado, para una perspectiva completa
4. Ábrete a entender, lee
5. Ayuda a otra persona
1. Acepta que la tristeza es parte natural de la vida
Aquí no me restaría más que invitarte a leer todo el artículo desde el principio. Se trata de aprender una verdad, aceptarla y terminar entendiéndola. Esto último es imposible sin lo previo.
La tristeza no llega para evitarse o evadirse. Llega para vivirse. He notado que en nuestra cultura existe cierta "vergüenza" por mostrarse triste. Ese es parte del precio de nuestra tonta cultura occidental y de "superación personal" malentendida que parece invitarnos a sentirnos mal por estar naturalmente mal. Qué ironía. Y es que siempre hay que dar una buena cara. El famoso: "el show debe continuar". No, yo no te digo esto. Yo te diría, suspende el show todo el tiempo que necesites, no debe continuar si no debe continuar. Punto.
Por ahí llegó a mis oídos que alguien dijo al verme en el funeral de mi mamá: "Vi al doctor Ariza muy desmejorado, muy mal". ¡Y cómo putas carajas nalgas quisiera esa persona que estuviera? ¿Manteniendo el decoro y un mejor protocolo social incluso en ese momento, con un mejor auto-liderazgo? ¡Por Dios! Ya hace rato que el protocolo social tiene valor igual a cero para mí. Estuve como sentí y nada más. Me permití ser para mí y todos los presentes no empáticos fueron meros extras del maquillaje social momentáneo. Gracias a Dios conté con algunos otros seres extraordinarios, los empáticos. Aquellos que sin decir nada, solo lloraron conmigo y nos abrazamos. No se necesitó más. Lloré y en varios momentos sigo llorando a rienda suelta. Créeme que el proceso fisiológico del llanto no existe como un error del diseño de Dios. ¡Tiene un sentido! Y es un maravilloso sentido, tanto fisiológico como espiritual y energético. Estamos lavando el dolor desde nuestro interior. Me tardaría horas en escribirte lo que sucede neurológicamente, metabólicamente y espiritualmente cuando uno llora. Si supieras, llorarías con mayor plenitud cuando el merecimiento te invitara al ejercicio. Pero como todo... si supieras. Recuerdo a uno me mis maestros de la otrora Clínica San Rafael cuando nos dijo: “Una reacción anormal ante un evento anormal es la conducta más normal”. Se trata de ser normales.
2. Incrementa el contacto con las personas valiosas para ti
Lo que también implica evitar todo contacto con personas non-gratas para ti.
En momentos de tristeza, no necesitas al gran terapeuta contigo todo el tiempo, cosa que sin duda es de extremo valor. Pero como dice la psico terapeuta Julia Samuel, "puede bastar hablar con alguien que no interrumpa". Aquí yo le diría a la Samuel que precisamente por eso se necesita de un terapeuta, pero bueno, la idea central está expresada. Busca a alguien que sepa escuchar. Si no tienes a alguien cercano con esa extraordinaria habilidad, contrata a un profesional. Hablar de tu pena la aligera, te ayuda a verla, a comprenderla, a abrazarla como parte integral tuya, a descubrirla así. Y muchas veces, lo sentirás, no buscas un consejo, buscas quien te escuche con profunda, total y respetuosa atención. Eso suele bastar para sobrellevar la experiencia humana de la tristeza.
Recuerdo cómo yo, ayer mismo, le envié un mensaje a mi mejor amigo y le dije: "Necesito platicarte algo". Haciendo honor a la verdad de ser mi mejor amigo, en breves minutos me llamó y me escuchó. Fue una llamada extraordinaria. ¡Me sentí tan bien! Y sí, también ayer mismo envié un mensaje a mi terapeuta (yo también tengo uno), y hoy tuve cita con él. ¡Qué nivel de escucha! Por eso lo sigo buscando una y otra vez. Percibo perfecto cómo puede mantener toda, absolutamente toda su atención en mí durante todo el tiempo de nuestra sesión. La experiencia es sublime. Por eso siempre recomendaré la sana experiencia de una terapia. Es infinitamente más valiosa de lo que una persona promedio supone.
Por otro lado, si detectas, imaginas o supones que la convivencia con alguien en tus días de tristeza podrían empeorar tu experiencia... ¡Elimina tajantemente a esa persona de tu vida! Sí, sea quien sea. Estás en duelo. No se juega con el riesgo, por mínimo que sea, en esos momentos. Ya más adelante, mucho más adelante, llegará la generosidad y la compasión incrementadas y mejoradas a tu vida. Si está la otra parte preparada y si lo quieres tú, posiblemente exista un reencuentro. Mientras, no incrementes las experiencias negativas.
3. Entiende que la tristeza solo es un lado, para una perspectiva completa
De hecho, ya te he hablado bastante, y más con la metáfora de la moneda. Aquí quiero agregar algo que muy posiblemente te suceda y difícilmente se entiende. Puede llegar un momento en que te sientas triste y feliz, ¡al mismo tiempo! Sí, este absurdo existe, como absurda e incomprensible, es mucha de la experiencia humana y siendo así de forma natural. Lo que llama Rusell, "la granularidad de la vida". Digamos que es la moneda experimentándose plenamente como moneda, al fin sabiéndose con sus lados. Este tipo de experiencias, en Asia Oriental, las clasifican como una manera de acercarse a vivir en paz.
Nosotros, de este lado del planeta, todavía tenemos mucho que aprender de culturas orientales y de muchas otras en donde, por ejemplo, a la muerte se le da otro significado. No es un final, como nos enseñaron en occidente. Es una trascendencia. No es un camino sin salida, es un pasaje. ¡Tenemos tanto que aprender de este tema! Yo siento que, hasta el momento, he podido soportar gran parte de mi duelo por todo lo que leí y aprendí desde hace años, entre tanto, del libro El libro tibetano de la vida y de la muerte. Este tipo de conocimiento todo mundo debería de tenerlo como materia obligatoria, incluso antes que álgebra. La tristeza sería mucho más llevadera.
El concepto chino, xìngfú, tiene una traducción como "feliz".
Sin embargo, para los doctos en la materia, la combinación de los dos kanjis chinos para ese concepto, ¡lleva trazos, el xìng, que aisladamente representa "tortura"! Y es que ese concepto chino de felicidad no se refiere a la experiencia aislada de la emoción alegre o de buen humor, sino a "una buena vida", es decir, a una vida completa, sostenible y con sentido. La vida así, no es implícitamente fácil y agradable en forma permanente o como su objetivo único; en china se entiende como natural que la vida puede tener sus momentos difíciles, pero con ellos, tiene sentido, incluso gracias a ellos también.
4. Ábrete a entender, lee
Viaja, convive con personas más maduras que tú, o cuando menos lee. Ampliar tu cultura y comprensión de lo que es verdaderamente la vida, siempre será una de las más inteligente maneras de vivir. Sé que nadie tenemos un instructivo para vivir, pero la lectura de algunos libros puede darnos algunas páginas de ese instructivo.
Existe un conocimiento que nadie te va a dar sino más bien, tú tienes que ir a buscarlo.
"Se entrega la visión solo a aquellos que están dispuestos a ver". –Psirio.
Está muy demostrado que la lectura aumenta nuestra empatía y nos ayuda a conectarnos. Mucho de esto, ya lo estás haciendo si me has leído hasta aquí. Ya lo debes estar sintiendo. Y si lees este artículo varias veces, te sentirás mejor preparado para vivir tus momentos de tristeza, así como para entender más quien los viva y ayudarles si está en tus posibilidades.
5. Ayuda a otra persona
Si estás triste y sacas fuerzas para ayudar a otra persona, sin notarlo te estarás ayudando a ti también. El reto es ayudar a otros en primer lugar. El amor se recibe dándolo. Es un secretito.
Hay muchos estudios que demuestran que hacer algo por los demás, hacer trabajo de voluntariado, nos ayuda a sentirnos mejor. Invertir nuestro tiempo en otra persona, paradójicamente, nos hace percibir que tenemos más tiempo.
La generosidad y el voluntariado han demostrado modificar nuestro cerebro, hasta en resonancias magnéticas hay evidencia del bien autoinducido por ayudar a los demás. Hay placer por hacer el bien. Parte de lo que ese instructivo de la vida que todos buscamos algún día encontrar, tendría un capítulo que dijera: Haz el bien tan solo porque es lo correcto. Y sí, es lo correcto multidireccionalmente, incluyendo un vector hacia ti mismo, como consecuencia.
Y después de todo...
...podrás seguir sintiéndote triste. Luego de todo lo que hoy he sentido el impulso de compartirte, luego de las horas y horas que llevo sentado, concentrado, escribiéndote, procurando vivir aquí mismo, en mi propia vida, los cinco puntos anteriores, aun así, uno puede seguir triste.
Pero... ¿Sabes algo?
Empieza a sentirse una tristeza diferente. Sí, sigue la tristeza, sí, sigue la nostalgia, sí, sigue el dolor. Sí, siguen los días que parecen cada vez más, los más difíciles, pero con todo, hay algo diferente. Qué es exactamente, no te lo puedo decir, pero créeme. Hay algo, algo, en donde se asoma una "mejor calidad de tristeza", por intentar decírtelo de algún modo. Y claro, no puedo negar que en esencia, queda asirnos de la mano de Dios. Ese que siempre está ahí dispuesto a que le pidamos ayuda, y nos la dará abriendo poco a poco, a veces muy poco a poco, nuestro entendimiento para "sus tiempos" y su "todo pasa por algo y ese algo termina siempre siendo algo bueno". Y si no sientes que pasa nada bueno, ten así la certeza de que todavía no ha terminado.
Con ❤️ y mi mejor intención de ayudar(me)nos...
–Alejandro.
¿Te gustó lo que leíste?
Espero que hayas disfrutado de la lectura, y si te gustó, si te sirvió y crees que así le puede servir y gustar a alguien más, sugiero que invites a alguien al privilegio de leer aquí, el Club VIP, nuestra Comunidad 118, haciendo clic aquí (por cierto, sería un regalazo que puedes dar, he):
La frase de la semana
“La solución del problema de la vida es la vida misma. La vida no se alcanza con la razón y el análisis, sino ante todo, viviendo”.
–Thomas Merton.
Curso de oratoria 2023, ya con pocos lugares
Como sabes, dicto mi curso de oratoria solo una vez al año y, por lo que he vivido, ya noté que no puedo darlo a más de 12 personas. Hoy ya quedan sólo ocho lugares. Así será el próximo, ya a sucederse en marzo del 2023. Si quieres aprovechar alguno de los pocos lugares que quedan (creo nueve hasta el cierre de este artículo), haz clic aquí para toda la información y entradas.
La foto de la semana
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