El talento que amedrenta y al mal humor
Acerca de lo que se siente compararse con un grande. Acerca de las relaciones humanas. Acerca del "pecado" del mal humor. Y, por supuesto, acerca de ti y de mi.
Sensible lectora, lector:
Hasta hoy pude escribirte por una semana intensa y de gran reflexión a la vez. Pero bueno, al fin, aquí estoy para ti, como todas las semanas, y en esta ocasión, compartiéndote pensamientos y sentimientos muy personales relacionados al disfrutar también de mis lecturas y por experiencias en consulta. Como cada semana, aprecio que nos “detengamos” un momento en nuestro encuentro aquí, es parte de nuestra unión. Mi publicación de esta semana con un tema muy revelador como confrontante a la vez, y lo leerás completamente como privilegio de que eres mi lector especial, ese lector con la exclusiva de poder leerme en todas mis publicaciones, en su totalidad, todas las semanas. Me alegra mucho que como personas altamente sensibles, sincronicemos y sintonicemos aquí.
En esta publicación, te comparto:
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✍🏻 Editorial: “El talento que amedrenta y el mal humor”.
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✍🏻 Editorial: “El talento que amedrenta y el mal humor”.
"Nada me disgusta más que ver a la gente atormentarse mutuamente, sobre todo cuando veo a jóvenes en la flor de la vida que, pudiendo disfrutar toda clase de alegrías, echan a perder con riñas los pocos días felices de los que disponen y solo se dan cuenta demasiado tarde de que lo que han desperdiciado es irrecuperable". –J. W. Goethe.
Me he dilatado un poco en escribir luego de estar leyendo la extraordinaria novela: Las penas del joven Werther. Cuando he sentido la profundidad y la excelsa belleza de la escritura de J. W. Goethe, sencillamente me he sentido inútil, banal, torpe, inepto y casi un pequeñísimo intento de aprendiz de escritor. Sí, sé que un Alejandro Ariza Zárate autopercibirse así es casi incompatible, luego de años de desarrollar una gran autoestima, pero, querida lectora, querido lector, a veces, el talento ajeno amedrenta. Sí, también sé que eso me pasa por andarme comparando con Johann Wolfgang Goethe, pero como se trata de una colección de cartas de un amigo a otro, relatando el amor platónico que uno de ellos tiene por una bella mujer, comprometida, el nivel de enamoramiento y cómo ese sentir le hace al personaje percibir la vida en proporción a sus emociones, pudiera hacerle a uno pensar que "cualquiera" podría escribir unas cartas así. Cuando me imaginé intentando, sencillamente descubrí que jamás he descrito una emoción, como en algunos párrafos lo hace el personaje central, el joven Werther, las palabras de Goethe. Cómo ve la vida cuando estaba enamorado de la vida misma, luego, cómo la percibe cuando empieza a enamorarse de una mujer, Lotte, para más adelante ver cómo va migrando su perspectiva del mundo hacia una oscura y deplorable experiencia cuando no ve su amor correspondido, descripciones como las plasma Goethe son tremendamente cautivadoras. Leer todas las mañanas parte de esta novela, me ha cambiado. Me ha invitado a sentir más, así como cuando uno era adolescente. Me ha confrontado y, sí, también he podido agradecer que he vivido intensamente y con gran emoción por existir... algunas veces. ¡Una bendición!
¿Has notado cómo al crecer, al "madurar", parece que uno va sintiendo menos? ¿Será que la capacidad para emocionarnos disminuye con la edad? Yo lo vengo notando desde hace muchos años, pero no dejo de practicar mis ejercicios mentales en donde, el mero recuerdo de los mejores momentos, me reconecta con emoción por existir. Luego, me percato que no debería solo emocionarme por algo maravilloso de mi pasado (en donde conservo anécdotas tan maravillosas que quizá, por prudencia, imposibles de compartir) sino agradeciendo que lo viví, sin duda, retarme también a volverme a emocionar frente a lo que estoy planeando, la ilusión que puede engendrar un gran deseo, ya sea tratándose de amor, como de riqueza, experiencias, hallazgos de dimensión espiritual, salud y cualquier cosa que pudiéramos poner frente a nosotros para volvernos a mover hacia ello. Este es el poder de la emoción, es energía que nos mueve, y si nos mueve, no hace vivir y que la vida misma vale la pena (o el gozo) estar experimentándola.
¡Ah mozos tiempos de juventud en donde tanto se le reprende a un adolescente! ¿Por qué se le reprenderá algunas veces? Quizá porque lo que le falta al adolescente, de lo que adolece, es de aburrirse. Todavía tiene grandes deseos, esos que parecen perderse con la edad adulta. Y eso duele al adulto, lo acepte o no. Quizá por eso se reprende al adolescente, más que por lo que hace, por lo que nos confronta, percatándonos de algo terrible que nosotros ya no hacemos:
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