El verdadero motivo por el cual te sientes mal

Técnica filosófica para procurarte vivir feliz, libre y en paz.

Hoy escuché a un paciente que me decía expresándose con firmeza: "No quisiera equivocarme al terminar una relación que podría ser la definitiva, la buena". Y más adelante, aun con más certeza en su tono de voz, dijo: "Yo sé que Dios da y Dios quita, pero... ¿Cómo saberlo?". Pues bien. Mi paciente estaba francamente preocupado, esa preocupación que suele ser consecuencia de la incertidumbre. Y como él, ¡He visto cientos y cientos de casos iguales! Yo mismo pasé por esas dudas en algún momento de mi vida. Momentos donde uno percibe que el origen de nuestra preocupación es lo que está sucediendo, para que luego, por saber filosofía, uno descubra que nunca fue así. ¡Me encanta poder ser asesor filosófico de vida de mis pacientes! Es una bendita oportunidad que me dan para ayudarles a entender cumpliendo la misión de mi vida: "Ayudarnos a entender para vivir mejor". Como lo vengo afirmando desde hace muchos años: Si entiendes, cambias.

Veamos cuál es el verdadero origen del malestar de mi paciente..., pero te repito, de entrada, lo que sucedió con su pareja no es lo que verdaderamente lo tenía mal. Haber terminado su relación el fin de semana pasado, luego de años, no fue lo que lo perturbaba, incluso él creyendo que así era, que hasta por eso decidió asistir a terapia.

Siempre se me ha hecho muy curioso que ciertas personas valoren y admiren la filosofía ancestral, nombres como Aristóteles, Sócrates, Jung o los estoicos, y más ahora que llegan algunas de sus ideas a las masas por medio de las redes sociales. Pero más curioso aun se me hace que quieran beneficiarse sin leer ni estudiar formalmente filosofía. Pero bueno, para eso estamos los que sí lo hacemos y disfrutamos de llevar el conocimiento destilado y ajustado, como traje a la medida, para quienes se nos acercan. Empiezo, de una buena vez, con un golpe conceptual transformador: