“Si un hombre tuviese que vivir únicamente por las teorías de los filósofos, no sobreviviría, ni siquiera se mantendría cuerdo”. –Taylor Cadwell, en Médico de cuerpos y almas.
¿Cómo saber qué nos conviene hacer si hoy estamos bombardeados de consejos tal cual gotas de agua en un caudaloso río que son las redes sociales? El reel con el consejo de la experta, come esto, no comas aquello, toma este suplemento, aléjate de este producto; la infografía de la autoridad en el tema, ahorra, invierte, no gastes, cuidado porque diario se acerca tu vejez, ¿Ya tienes dinero ahorrado para una emergencia?; el mensaje motivacional, tú puedes, pero primero encuentra tu propósito, pero no olvides dejarte fluir, confía en el destino; el blog de lectura inspiradora, textos largos para mejorar tu vida de pareja, textos cortos para negociaciones; lo que hay que rezar con la imagen del santito, la recomendación de encomendarte a, la sugerencia del ritual, la cadena de oración; el wasap de la tía soltera para mejorar tu relación de pareja, los mensajes gif que aprendió a enviar la abuela; el podcast del experto y un sinfín de etcéteras. Ah, y sin olvidar los libros pendientes que tienes en el buró y, quizá, tu cita con tu terapeuta. Dilucidemos una opción de “autoayuda” para la época que nos está tocando vivir.
En la lista del párrafo anterior, además, faltó la opción de nuestra propia voz interior, escucharnos a nosotros mismos. Quise poner esta opción aparte porque, aunque muchas veces sabia, muchas otras no, precisamente por ser nuestra propia voz. Si solo escuchas tu propia voz, continuarás siendo lo mismo que has sido, privándote a ti mismo de toda mejora. Si deseas un cambio, necesitas la humildad de escuchar "otra" voz. Esa otra... ¿Podría ser una voz que escuchas dentro de ti como consejo sabio? Sí. Cuando se trata de una voz que precisamente escuchas dentro de ti, pero no es la tuya. Cuando proviene de un ser superior. En esto creo. Me consta. Pero he de confesarte que para escuchar esta "otra" voz, se requiere de un entrenamiento muy especial para distinguirla dentro de ti. Es fácil confundirla con tu propia voz al principio. Sobre todo porque es una voz muy cuchicheada, una voz muy especial que se siente, más que escucharse. En fin, esto solo es una nota al margen del tema. La reflexión central es que hoy por hoy vivimos una intensa cantidad de "buenos consejos" para nuestro bienestar integral, y si algo he aprendido es que mientras más opciones tenemos, más difícil se hace la elección.
El valioso péndulo.
Hace muchos años pasé un rato viviendo intensas experiencias en Nueva York, una ciudad en la que se vive a una velocidad estrepitosa, excitante, donde viví experiencias que, sin duda, me hicieron feliz. Hoy, que han pasado los años y vivo mucho más tranquilo, me he llegado a preguntar: ¿Cómo había tiempo para hacer tanto en N.Y.? El desayuno en afamado hotel para ahí mismo, subir a una junta y escuchar al cliente interesado en una conferencia, salir a hacer algunas compras, la comida con otro cliente del otro lado de la ciudad, regresar a arreglarte, ir a la exposición de arte, en el auditorio cercano dar la conferencia, cenar con los organizadores, y luego ir a un piano-bar para festejar con tu ser amado y, aprovechar ahí, para organizar los tiempos para que al día siguiente fuera algo parecido pero ahora yendo al concierto, a la obra de teatro, al museo, a otra exposición. Pasaron los años y estando en la ciudad donde vivo, la también intensa CDMX, teniendo el mismo tiempo, hago mucho menos. Son las mismas horas y las actividades parecieron que aquí se frenaron. Guardada la debida, y muy grande, proporción, cuando viajo a algunas provincias en México, ahí parece que el tiempo se detiene totalmente. Los días parecen ser como de 78 horas cada uno. En algunas provincias recuerdo cómo me decían: "Se nota que usted es de la Ciudad de México, anda muy acelerado". ¡Y yo me sentía calmado! No quiero pensar qué sentiría esa persona yendo a Nueva York, pero bueno, también parece otro tema. El hecho es que hice amigos en varias ciudades y noté cómo, por ejemplo, en Nueva York hay gente que vive así, intensamente, en un gran "acelere", pero que también tienen su "casa de campo" a la que suelen ir los fines de semana, por lo menos dos al mes, para bajar la velocidad y disfrutar más a su familia. Hum..., interesante fenómeno. Le llamaré "el valioso péndulo". Péndulo, por moverse de un extremo a otro dentro del espectro de actividades, y valioso, porque así se intenta un equilibrio. Por un lado, el emocionante estrés de una gran ciudad con su vorágine de actividades y, por otro, el aislamiento y las pocas cosas por hacer en una casa de campo. Quizá eso es lo que mantiene la salud mental en varios de mis conocidos neoyorkinos. Quizá eso mantiene la salud mental de varios conocidos que tengo en la CDMX. El contraste de un tipo de vida entre semana y otro el fin de semana. El contraste programado puede hacernos sentir una sana diferencia en el espectro de actividades, un valioso péndulo.
Hoy las redes sociales y sus consejos pueden representar otra ciudad acelerada como Nueva York o la CDMX con sus distancias y retos casi infranqueables para moverse en ella, mientras que un libro y la terapia son las casas de descanso, el retiro para vivir el valioso péndulo. Cuando en los nuevos hábitos de hoy observas cómo te desplazas en tus redes sociales, el famoso "scroll down" constante y al que ya nos acostumbramos a que sea interminable, siempre intentando encontrar algo que percibamos valioso, atractivo por alguna razón, ya sea texto o imagen, acostumbramos así a nuestro cerebro a sentir esos "chisguetazos" de dopamina por estar buscando. Si consumes contenido, hurgando hasta encontrar lo que sea atractivo y valioso para ti, si creas contenido, hurgando en las ideas para obtener más "likes" y seguidores. A muchos les vendieron esa idea de éxito y la persiguen con ansiedad. De una u otra forma, nos llenamos de consejos, sugerencias "express", recomendaciones de "aplíquese rápida y fácilmente", ayuda "desinteresada", hasta que, sin darnos cuenta, de tanta ayuda para nuestro bien no hacemos nada para procurárnoslo. Nos enfrascamos en la búsqueda permanente sin encontrar nada real. Estamos en una ciudad virtual que representan las redes sociales con una cascada aplastante de información que, paradójicamente, nos incapacita para valorarla y aplicarla. Estamos en un extremo del péndulo, donde hay demasiado. Esta es la razón por la que, cuando te refugias en un libro o asistes a terapia, sientes paz. Es desplazarte al otro lado del espectro que recorre el péndulo.
Busca tu espacio en el espectro.
Solo mediante el contraste se percibe el valor y se incrementa el gozo. Si vivimos bombardeados de consejos en el interminable y abrumador flujo de información que hoy representan las redes sociales y no detenemos la cascada leyendo un buen blog o, mejor aún, un buen libro o asistiendo a la silenciosa sala de un terapeuta, no nos beneficiaremos del contraste. Y de igual forma, si solo leemos algún libro de vez en cuando sin más, también nos perderemos de su valor al no contrastarlo con aderezados momentos de intensidad. Aquí llegaría a sugerirte el clásicamente desafiante justo medio aristotélico. Moverte dentro del espectro del péndulo hasta encontrar tu espacio. Fíjate bien que dije, "tu espacio", no tu lugar. Al decirte "tu espacio" me refiero a un margen dentro del péndulo donde te seguirás moviendo de un extremo a otro, pero dentro de un límite que, al fin, a ti te sienta bien. Siguiendo con la metáfora de las ciudades, históricamente la gente se agrupa en ellas para realizar algunas actividades que terminan siendo su misión. Así se crea la fama mundial de países y ciudades, de París para el arte, Londres para el teatro, hasta Michoacán para el aguacate.
Por eso siempre he recomendado, y seguiré recomendándote, el enorme beneficio de tener como hábito asistir a terapia. Es un sano extremo dentro del espectro de tu espacio, es mover con inteligencia tu péndulo. Leer un buen libro y estar un rato tú solo, es otro igual de importante. Para luego, desplazarte al otro lado de tu espectro, dentro de tu elegido espacio. Regresar a tu intensa actividad, la que tú te permitas. En el apasionante y valioso sendero de la autoayuda, deberás ir depurando tus gustos, eligiendo temas y autores, optando por vías de acceso a la información y eliminando las que queden fuera de tu espacio. Si está de moda TikTok no implica que debas sacar una cuenta en esa red social, si has depurado y elegido el espacio donde moverte, a la par de haber desarrollado suficiente autoestima para serte fiel a ti y no a la influencia de una moda.
Hace tres días decidí eliminar mi cuenta de Evernote, una aplicación de notas que de la que fui cuentahabiente por más de 13 años. Ahora que di mi curso de "Construyendo un Segundo Cerebro (digital)", expliqué lo importante que era elegir "una" aplicación para tener ahí todas tus notas. Para mi perfil, Evernote ya no era opción. Entonces... ¿Qué sentido tendría conservarla habiendo mejores? No sé por donde leí algo que me pegó: "Evernote no tiene clientes, tiene secuestrados con síndrome de Estocolmo". Me dio risa. Luego me hizo pensar. Parece verdad. De cuántas cosas nos conviene deshacernos para aligerar nuestra carga, pero no podemos porque nos atrapa la costumbre, nos encariñamos con el hábito. Cuando borré definitivamente mi cuenta de Evernote, confieso que primero me sentí extraño, tuve una incipiente sensación de haber hecho mal, pero luego de un rato, incluso cuando borré ya las aplicaciones de mi computadora, celular y tableta, me sentí bien, mucho mejor. Feliz de atreverme, a marcar mis límites, a optimizar las fuentes de mi información. A descubrir que el límite de mi espacio está bien.
Una sociedad dominada por Internet se puede convertir en una nueva Torre de Babel, donde todo mundo habla fuerte al mismo tiempo, en su idioma y con sus temas y tú intentando escuchar y atender a todos. Imposible. Tan solo intentarlo no es sano. Necesitas marcar tus límites, crear tu espacio, y moverte felizmente en él sin desear moverte en el espacio donde vez moverse a otro. Ese otro es su espacio, no el tuyo. Te conviene estar en el espacio a donde perteneces.
Ayer estudiaba un hermosísimo libro, Let your life speak, de Parker Palmer, un hombre de gran visión en el esquivo arte de la integridad interior, y me fascinó su frase: "La vida que estoy viviendo no es lo mismo que la vida que quiere vivir en mí". Pienso que cuando llega un momento en que te das cuenta de esa gran verdad has logrado adentrarte en la sabiduría de tu vida, logras al fin moverte dentro de tu espectro de auténtica madurez. De inmediato me hizo recordar cuando hace años estudié a Henry David Thoreau y leí de sus reflexiones ya como adulto, analizando su propia juventud. Te comparto algo de las notas que tomé cuando dijo algo más o menos así:
“Me alineé a los ideales más elevados que pude encontrar y me propuse alcanzarlos. Los resultados rara vez fueron admirables, a menudo risibles y a veces grotescos... Simplemente, había encontrado una vida "noble" de vivir, pero descubriéndola como una vida que no era la mía, una vida dedicada a imitar héroes en lugar de escuchar a mi corazón.
[...]
Mi comprensión juvenil me llevó a evocar los valores más altos que podía imaginar y luego tratar de conformar mi vida a ellos, fueran míos o no. Si eso suena como lo que se supone que debemos hacer con los valores, es porque eso es lo que se nos enseña con demasiada frecuencia. Hay una marca simplista de moralismo entre nosotros que quiere reducir la vida ética, a hacer una lista, comparada al índice de algunos libros de virtudes más vendidos, tal vez, y luego esforzarse mucho por no ser yo, sino agradable a través de esa lista. Puede haber momentos en la vida en los que no estemos tan formados que necesitemos usar valores como un exosqueleto para evitar que nos derrumbemos. Pero algo está muy mal si esos momentos se repiten a menudo en la edad adulta. Intentar vivir la vida de otra persona, o vivir según una norma abstracta, invariablemente fracasará, incluso puede ser un gran daño”.
Para mí, la posibilidad de daño se abate cuando estableces tus límites y eliges dentro de tu propio espacio, el espectro donde permites moverse a tu péndulo.
Depura tu espacio. Marca los límites, aquellos donde te sientes bien aconsejado y muévete solo dentro de ese espectro. Confía en que estás al fin dentro de tu espacio, consultando tu corazón, si al fin te sientes bien con tu vida porque, al fin, le has dado permiso de florecer y manifestarse en ti. El llamado siempre viene de dentro. Entrena tu oído a distinguir esa voz interior que no es necesariamente la tuya, sino la de la vida, indicándote el propósito de que encarnaras como humano. En los sabios consejos que escuches así, hay gran parte de la respuesta a la pregunta: ¿Qué tengo que hacer? Luego, parte de uno de los misterios de la vida es que llegará a ti solo eso que debes saber. Te daré un consejo para distinguirlo: se te aparece con frecuencia. He aprendido que si una lección está dedicada a mí, se me aparecerá una y otra vez frente a mí, hasta que haga caso. La vida tiene una muy particular manera de insistir. Ahora nos toca felizmente obedecer. Entonces, ¿Qué tengo que hacer? Seguir las indicaciones que cada vez verás con mayor claridad si decides moverte dentro de tu propio espacio, disfrutando el valor que te genera el contraste de tus extremos, aprendiendo demasiado de ciertas fuentes y luego yendo a refugiarte a un buen libro, a tu terapia y la voz interior, para que, acto seguido, vuelvas a salir a las otras intensas y frecuentes fuentes de aprendizaje, dentro de tu espacio. Tu muy particular y valioso péndulo de vida.
Conserva y reflexiona un rato en esta otra frase de Aisha Tyler, actriz, comediante y escritora estadounidense: "Tú no puedes lograr resultados, solo puedes tener iniciativa". Pasan los años y sigo sintiendo con intensidad, a momentos, aquello de que no planeamos, sino que más bien, estamos siendo planeados. Espero que reflexionar un rato así aquí conmigo, haya sido parte de tu espacio. De haber sido así, juntos hemos tenido otra razón para conservar e incrementar nuestra emoción por existir.
–Alejandro Ariza Z.
"La vida tiene una muy particular manera de insistir"
Gracias por este tipo de reflexiones Dr. Ariza.
Excelente, para reflexionar sobre lo que venimos haciendo en nuestra vida