Extraordinario servicio en el SAT
¡Qué impresión tan extraordinario servicio que recibí hoy en una oficina del SAT! Hoy quiero reconocer, siento que debo hacerlo, algo que…
¡Qué impresión tan extraordinario servicio que recibí hoy en una oficina del SAT! Hoy quiero reconocer, siento que debo hacerlo, algo que me sorprendió enormemente. Por necesidad, yo personalmente tuve que ir a visitar una oficina del SAT, específicamente la “MST Del Valle”. Por supuesto que iba con la mejor actitud, pero, honestamente, también esperando recibir un trato y servicio que, digamos, tiene fama de dar una oficina del gobierno. Aquí no diré más.
La sopresa: desde el policía de la entrada en la calle, noté una actitud muy amable. Cuando llegué a recepción, fue aún más impresionante, una amable señora me dice: “Buenas tarde, bienvenido. Es un placer atenderle, ¿en qué le podemos servir?”. Wow! Le dije el trámite que tenía que hacer y me contestó: “Perfecto, trae todos sus papeles. Permítame y en un momento le asigno turno, pasará rápidamente, llegó muy puntual a su cita”. ¡Y todo esto con una sonrisa en el rostro y viéndome a los ojos! No lo podía creer. Me dio, sonriendo aún más, mi turno y cortésmente me invitó a sentarme. La oficina estaba limpia y olía bien. En menos de un minuto pasé al escritorio que me asignaron par ami trámite y me atendió un fenómeno de velocidad de persona, Marisela. Yo escribo muy rápido, yo suelo hacer todos mis trámites en mi computadora con velocidad, pero esta persona me tenía francamente impresionado. Su escritorio tenía dos monitores, uno para ella y otro para que el cliente vea todo lo que se está haciendo. Ahí sólo veía como el puntero del ratón hasta cauda se le hacía. En segundos pasaba de un clic a otro, atinando perfecto a cada renglón donde tenía que hacer clic y de muchos que habían en pantalla. Nunca se equivocó. Todo a una velocidad realmente sorprendente. Su actitud, muy, muy amable. Le hice algunas preguntas incluso extras a lo que yo iba a realizar y con cortesía respondió a mis preguntas. Puntual, concreta y con un tono de certeza que inspiraba confianza. En pocos minutos me dijo: “Prácticamente hemos terminado, sólo falta que un compañero mío escanee sus documentos que ahora yo le llevaré y le pido que aguarde un momento a ser llamado para que ahí le entreguemos su usb y sus papeles”. Sonrió y me tendió la mano. Le agradecí.
Me fui otro rato a esperar en la sala. Noté cómo la persona de limpieza incluso rociaba por debajo de los escritorios un aromatizante. En menos de 10 minutos pasé con la persona que sólo iba a escanear mis documentos y a entregármelos junto con un archivo más en mi usb. Al llegar a su escritorio, lo primero que me dijo fue: “Hola, bienvenido, tome asiento por favor. Mi nombre es Miguel Ángel y en un par de minutos le daré sus documentos que sólo escanearé, le pediré que firme un acuse y eso es todo, con eso terminamos su trámite”. ¡Todo me lo dijo con una sonrisa en el rostro! Yo me sentía como con un conocido de hace mucho tiempo. Sucedió lo dicho y lo felicité ampliamente, muy a mi estilo. De hecho, no pude más y le dije: “Por favor, dime quién es la máxima autoridad de esta oficina porque necesito felicitarlos a todos a través de ella”. Me señaló a la señorita “América”. Uf… se notó una de las principales razones. Siendo la líder, ella era notablemente amable, cortés y proyectando una imagen de seguridad, esa que sólo proyecta quien realmente sabe. Cuando me dirigí a ella, por supuesto que lo primero que sentí que esperaba era un reclamo, para que se llevara la sorpresa del abundante reconocimiento positivo que le di por todo su personal y señalando a cada uno de sus colaboradores, donde le comenté lo extraordinario que vi en cada uno de ellos y cómo fue su extraordinario trato y servicio. Me presenté con ella con todas mis credenciales académicas para que también supiera quién le estaba apreciando ese trabajo. Se alegró y me dijo que sí, que estaban trabajando en su servicio, que eso le encantaba a ella enseñarles a su equipo y que por eso le alegraba tanto que se lo dijera. Le dio enorme gusto el largo rato en que le comenté todo lo bueno que viví esos minutos que estuve en su oficina. Hasta se acercó otra colaboradora que estaba en recepción y fue hermoso ver cómo sonreía mientras escuchaba mi reconocimiento, el cual no paraba, fue abundante y merecidísimo. Y no, no exagero en lo absoluto. Le comenté que se notaba claramente que estaban haciendo bien su trabajo mejorando tanto en el servicio, en la actitud, extraordinariamente bien de hecho.
¡Qué maravilla que existan mexicanos con ese nivel de compromiso, talento, actitud de servicio y amabilidad en una oficina del gobierno como esta! ¡Qué feliz me sentí hoy de ver a personas que proyectaban felicidad haciendo su trabajo! Si es que estas líneas llegan a los ojos de esta extraordinaria oficina del SAT, y al SAT mismo… ¡los felicito ampliamente, hace mucho, mucho tiempo que no recibía un trato así ni en la iniciativa privada! Qué orgullo que existan personas como ustedes. Qué ganas dan de trabajar con gente como ustedes. De verdad, los felicito. Sigan así. Son orgullo para México.
Recuerdo cómo hace unas horas salí de esa oficina del SAT y me atrapé sonriendo de felicidad mientras caminaba. Hasta a la gente de la calle la veía buena y bien intencionada. Así pasa siempre. Hay magia, siempre cambia la percepción de todo cuando lo tratan a uno extraordinariamente bien. Hoy vi a un México hermoso, ese hecho exclusivamente por mexicanos para mexicanos.
Con mi mayor reconocimiento y afecto a estos mexicanos ejemplares,
–Dr. Alejandro Ariza Z.