Hoy quiero regalarte una reflexión desde los primeros minutos de este granDIOSo día.
¡Hoy festejamos el cumpleaños de nuestro Salvador! ¡Hoy es cumpleaños del "Príncipe de Paz", hoy festejamos al "Buen Pastor"! Hoy es un día que me gusta enfocarlo totalmente a la bendición de poderlo festejar de la mejor manera que, creo, se le puede honrar a un líder, a la "Luz del Mundo", al "Redentor", a quien es "El Camino, La Verdad y La Vida"... ¡Imitándolo!
Pero, ¡¿cómo intentar imitar a alguien así?!
¡Conociéndolo más, de verdad! Con un verdadero deseo por saber más de este gran ser. Y cuando se tiene un deseo de esa magnitud, nivel de obsesión, ¡Dios manda mensajeros para hablarte más y más de Jesús! ¡Se presenta más! Las fuentes de información llegan por todos lados. Así, surge también un hermoso deseo de darlo a conocer. Saber para enseñar. Creo que así es lo que significa desear ser un verdadero discípulo actual de Jesús, o cuando menos, un humilde y humano mensajero, y serlo, desear convertirte en alguien así, debe ser uno de los mejores regalos que se le puede dar a un líder, a Jesús.
Quiero aprovechar mi mensaje de hoy para ti con algo que encontré estudiando la Biblia y que me ha cimbrado hasta el tuétano de mis huesos. En Romanos encontré una cadencia de lógica abrumadora, silogismos contundentes, una explicación confrontante por su inmensa verdad. Aquí te lo comparto:
“Pero, ¿cómo van a buscar la ayuda de alguien en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en alguien de quien no han oído hablar? ¿Y cómo van a oír de él si no se les habla? ¿Y quién puede ir a hablarles si no lo envía nadie? De esto hablan las Escrituras cuando se expresan así: «¡Qué hermosos son los pies de los que proclaman las buenas noticias!»”.
—Romanos 10:14-15 NBV
¡Léelo otra vez! Despacio. Comprendiéndolo. Y luego, vuélvelo a leer.
¿Ya viste lo que se siente?
Pues sugiero que, en la medida que cada quien podamos, lo más que alcancemos, para festejar el nacimiento de Jesús, ¡imitémoslo lo más que podamos con la lógica del versículo que hoy te he citado!
Todos los líderes tenemos "mimetismo". Quien convive suficiente tiempo con un líder, pronto camina como él, habla como él, quiere vestir como él, quiere hacer lo que él hace. Es un fenómeno psicológico interesantísimo y automático: imitación por admiración. Entonces, si este es un fenómeno harto natural en materia de liderazgo, en mis conferencias al respecto explico que para aprovechar a nuestro favor este natural fenómeno psicológico, lo primero sería convivir lo más que podamos con un líder para que, por mimetismo, "se nos pegue algo" de lo bueno de ese ser que tanto admiramos. Así, si como yo, deseas festejar realmente a Jesucristo, lo primero debería ser darte el tiempo para conocer más de Él. Leer más de su vida, orar y sentirlo. Diario, diario, diario. Te garantizo una de las experiencias humanas más extraordinarias.
Implicará el reto de permanecer con Él lo más que podamos. En otras palabras... pensar y pensar y pensar en Él y sus enseñanzas. Ahora bien, permanecer así en Jesús implica un compromiso continuo de obediencia y sumisión a su Palabra. Porque el conocimiento que Él nos da no es filosofía especulativa, sino práctica, es un saber para actuar. Esto puede amedrentar a más de uno. Pero también te quiero platicar que al permanecer en Él y "traer" sus palabras en nosotros, podemos convertirnos en maestros para alguien más y ahí lo imitamos. Parte de un fenómeno difícil de explicar es cómo cuando uno realmente quiere ser un tipo de, digamos, "representante" de Él, cuando nos pone en un lugar y frente a alguien que debe escuchar Su palabra, de repente se le salen a uno palabras que ni practicando salen tan bien. Los expertos dicen que ahí nos usa el Espíritu Santo. Yo doy fe de ello con más de 30 años de vivirlo en mis conferencias. Y esto, cualquiera lo puede vivir. No necesitas ser conferenciante, necesitas dialogar con alguien y, si Jesús quiere, te dará Sus palabras.
Te compartiré algo que expongo en mi curso de Oratoria:
"...no se preocupen ustedes por lo que han de decir o cómo han de decirlo, porque cuando les llegue el momento de hablar, Dios les dará las palabras. Pues no serán ustedes quienes hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por ustedes".
—Mateo 10:19-20.
En este otro versículo que te comparto, puedo sintetizar lo que ha sucedido en todas, absolutamente todas, mis conferencias de los últimos 18 años, calculo. Me siento bendecido. Y uso esa bendición para bendecir.
Quizá por eso disfruto tantísimo enseñar. Es una bendición por partida doble, lo que uno aprende del Señor y, con ello, lo que uno puede enseñar a otros para expandir la ayuda.
También, he de confesarte, que cuando nos empezamos a dedicar seriamente a saber más de Jesucristo, uno puede orar y pedir lo que deseamos y se nos concederá. Esto ¡me consta! Y sé que a Jesucristo le encanta, le fascina, ayudarnos y hacerlo en forma sobrenatural.
¡Cómo no festejar la Navidad! ¡Mira nada más quien nació!
Nuestra conducta tiene muchos errores. Yo me formo hasta delante en la fila. Pero también afirmo que Su redención existe. ¡Por eso festejo en mi alma, con gran alegría interior, el nacimiento de nuestro "Redentor"! Con el paso del tiempo, nuestra conducta puede ser consecuencia de nuestro deseo de imitarlo, aunque no le lleguemos ni a los talones; nuestro comportamiento mejora por ser resultado directo de nuestra conexión con Jesús y nuestra obediencia a su Palabra. Ahí uno se va puliendo como ser. Nuestro proceder mejora. Nuestra manera de hablar se modifica. Los demás lo notan. Y si esto sucede... si alguien cree que Dios le ayuda gracias a que nos conoció y esa persona sintió cómo Dios no usa para canalizar Su ayuda... yo creo que eso sería una verdadera alegría para Jesucristo, y qué mejor que lo supiera en su cumpleaños.
Hoy puedes festejar a Jesús imitándolo. Dios nos dio la vida como su regalo, y lo que hacemos con nuestra vida es el regalo que le podemos dar a Dios.
Cuando intentamos imitar a Jesús incluso dentro de nuestras limitaciones humanas, obedeciendo Su Palabra (claro, luego de primero irla conociendo), nuestra vida da fruto que glorifica a Dios. Es a través de nuestra conexión con la verdad, que encontramos verdadero propósito y significado. Nos sentimos bendecidos al sabernos útiles para levantar a otros.
En esta Navidad, te invito a reflexionar sobre las áreas de tu vida donde sientes que puedes crecer y dar más fruto, como regalo a Jesucristo.
Considera cómo puedes ajustar tus prioridades y decisiones diarias para alinearte más plenamente con la voluntad de Dios. Sí, es un arte que implica procurarte más silencios e introspección, así como estudio de Su Palabra. Examina cómo puedes obedecer con emoción y entusiasmo, su Palabra y buscar su guía en cada aspecto de tu vida.
En esta Navidad, sugiero que le regalemos a Jesús nuestro corazón, uno más obediente y dispuesto a seguir Su voluntad.
Ora por sabiduría y discernimiento para tomar decisiones que te ayuden a que se sienta orgulloso de ti.
Pídele al Espíritu Santo que te capacite y fortalezca para vivir una vida fructífera, reflejando el carácter de Jesús en todas las áreas de tu vida. Que tu vida sea un testimonio vivo del poder transformador de Jesús en ti, para que tú, en tu tasa proporcional, ayudes a otros a sentir, aunque sea un poquito, de esa transformación.
Con el paso del tiempo, dar un regalo así a Jesús en su cumpleaños, se siente tan bien, que uno ya quiere hacerlo todo el tiempo. Hasta a uno se le quita la "penita" de hablar de Él con los demás. Llegar a este punto, ¡es motivo de festejo!
Has llegado al final de esta publicación especial que desee darte en esta Navidad.
Espero que hayas sentido algo especial, como yo he sentido escribiendo a media noche, en los primeros minutos del cumple de Jesús.
¡Feliz cumpleaños, Jesús!
¡Feliz Navidad!
—Alejandro Ariza Z.
Así me imagino a Jesús pidiendo Su deseo de cumpleaños:
“Que quien lea esta publicación, me sienta y escuche mi palabra para que siempre tenga paz, seguridad, amor, prosperidad y que su fe se fortalezca. Que sepa que nunca está solo, que yo siempre estoy con quien me busca. De esta manera, tendrá las herramientas con las que pueda ayudar a sus semejantes, compartiéndoles mucho de lo que yo puedo darles. Ese sería mi mejor regalo”. —Jesús.