La cantidad de información.

– A veces me sorprende la cantidad de información que llega a mí y sin duda me transforma.

– A veces me sorprende la cantidad de información que llega a mí y sin duda me transforma.

– Tú lo pediste.

– Sí. Lo sé. Pero no deja de sorprenderme.

– Déjame decirte que lo que verdaderamente te sorprende no es la cantidad de información, sino que te escucho, siempre, y en cuanto pides, te doy. Eso les causa gran sorpresa a los humanos. Y cómo no, si entre ustedes casi no se escuchan.

– ¡Oh!

– ¿Y sabes qué me sorprende a mí? Bueno, uso la palabra “sorprende” para seguir con tu referencia, aunque más bien me refiero a que me agrada enormemente.

– ¡Qué?

– Que obedezcas. A todo quien me pide, le presento frente a sí toda la información que requiere para su transformación. Pero lo realmente sorprendente, ahora sí “sorprendente”, es la cantidad de humanos a quienes les pongo mero enfrente la información que les ayudará y que me pidieron como ayuda… ¡y no la toman! No la ven, no la leen, no dialogan con esa persona que les puse enfrente, no ven ese programa, no asisten al evento, no compran el libro, no escuchan con atención la canción, etc. Por eso me alegro con la obediencia de un hijo.

– No lo había visto así.

El maestro sonrío.