Momentos donde ya no hallo nada más que agradecer.
Disfruto enormemente tomar café, uno exquisito y aromático. Tengo el ritual de que es lo primero que hago todas las mañanas. Algo que vengo…
Disfruto enormemente tomar café, uno exquisito y aromático. Tengo el ritual de que es lo primero que hago todas las mañanas. Algo que vengo haciendo tantas veces que a momentos se me olvida todas las bendiciones que hay al poderme preparar una exquisito café todas las mañanas, pero cuando “desmenuzas” todo lo que implica, de verdad que no te queda más que agradecer ¡por tanto, tantísimo!…
Despertar… con la bendición de poder seguir un día más en este plano
Poder moverme… hacer conciencia de la bendición que es mover mis piernas y poderme dirigir a mi cocina
Saber que tengo un hogar, ropa y sustento… la bendición de saber que vivo en un lugar hermoso e inmensamente silencioso, estando yo cubierto con ropa acogedora y haber tenido la dicha de trabajar para generar el dinero con que pude pagar para estar aquí, pagar la luz, comprar el café, la cafetera, las taza, y tanto que implica este rubro del dinero convertido en placer.
La paciencia… como bendición de poder empezar a experimentar gozo tan solo de esperar en lo que se prepara el café.
La dicha del olfato… con la sublime bendición de empezar a gozar intensamente el aroma a café, desde que abro la bolsa del grano recién molido hasta el cómo se impregna toda mi cocina con el aroma del café recién haciéndose.
Poder ver… poder vivir la inconmensurable bendición de tener ojos funcionando para poder ver y así hacer todo lo que implica prepararse una taza de café.
Tomar mi café… el sublime momento de agradecer la bendición del sentido del gusto desde la exquisitez del primer sorbo, la culminación de todo lo anterior con tan solo un sorbo que no se le compara a ninguno de los que le siguen. Y así, tomando mi taza preferida entre mis dos manos para calentarlas también, seguir sorbiendo poco a poco hasta con los ojos cerrados para poder concentrarme al 100 % en la experiencia de mi café, otra bendición privilegio de pocos, poder concentrarse sin distracciones. La primera taza del día, esa incomparable con ningún otra.
En general, hasta la dicha de poder sentarme a escribir esta reflexión, donde, desde la primerísima taza de café de mi día, llegas a darte cuenta de tantos momentos donde no te queda otra cosa que agradecer y agradecer y agradecer. Vamos, y si le sigo así con todo lo que hago en un día cualquiera, pareciera que no hay otra opción, ya que no encuentro cómo manifestar más, que llevar una vida agradecida a todo momento. ¡Cuántas pequeñas cosas nos pueden llevar a darnos cuenta de las grandiosas bendiciones que nos sostienen con una gran…
Emoción por existir!
–Alejandro Ariza.