Perdón, pero yo no puedo.
¿Festejar a México? No, perdón, pero yo no puedo, por lo menos así como los medios o la tradición invita a festejar. ¿Cómo hacerlo? Cuando…
¿Festejar a México? No, perdón, pero yo no puedo, por lo menos así como los medios o la tradición invita a festejar. ¿Cómo hacerlo? Cuando hace años los noticieros, pero hoy tomando su lugar las redes sociales, nos bombardean con noticias diariamente como:
Balacera en Garibaldi
En la Sedesol le roban a los mexicanos miles de millones de pesos
A un archidelincuente, exgobernador, la PGJ le perdona uno de los cargos y abre la posibilidad de liberarlo
El presidente de la nación roba a manos llenas a través de negocios con terceros en el circuito mexiquense. Al abogado que lo demuestra lo intimidan y hasta un arma le sembraron en su automóvil
Asaltan a un colaborador de mi oficina la semana antepasada, llamamos de inmediato al a policía… ¡y nunca nadie llegó! Volvimos a llamar, dos, tres y cuatro veces en diferentes horarios… ¡y nunca nadie llegó! Nunca. Nadie.
Cientos de videos de asaltos y robos en México grabados por cámaras de seguridad, donde la gente ya sólo se remite a advertir: “Cuídense, así trabajan estos pelafustanes…”. No hay más seguridad que una advertencia entre ciudadanos en redes sociales
Noticias de mujeres secuestradas y donde sólo entre ciudadanos se pide ayuda para encontrarlas usando redes sociales
Videos de afamado futbolista mostrando abiertamente su pene y su corriente manera de seducir a su pareja con millones de mexicanos festejando su proeza viril
Afamadas organizaciones ciudadanas de mexicanos anticorrupción mostrando constantemente archivos y videos altamente documentados donde es en extremo evidente la corrupción de gobernadores y políticos, la estafa maestra… y donde luego de mostrarlos, no pasa absolutamente nada
Cuando salgo a caminar por las calles de mi ciudad y siento temor a ser asaltado en cualquier momento
Cuando tienes que cambiar tu estilo de vida a ser mucho más austero para disminuir la tentación para el amante de lo ajeno
Cuando llegan recibos de agua alterados y vas a la dependencia a arreglar el gran cobro y nadie, absolutamente nadie te resuelve, mientras se te sigue cobrando
Cuando pagas y pagas impuestos, mismos que no disminuyen y cada vez son más y al mismo tiempo recibes noticias diario, diario, de cómo los políticos roban y roban y roban a manos llenas y nadie tiene capacidad de detener eso
Cuando ves a un presidente electo que desde antes de tomar su mandato ya es harto evidente que varias de sus propuestas no las llevará a cabo, cuando se le cuestiona sobre su apoyo a un gobernador de Chiapas y responde a los medios así no más: “De eso no hablaré…”.
Cuando luego de un incendio en una fábrica de cohetes, se demuestra su alto riesgo, y meses después, vuelve a incendiarse por la misma razón
Cuando ves que el precio de la gasolina sube y sube y sube y, tal cual la metáfora de la rana en el agua tibia que se va calentando poco a poco, y donde sin saltar termina muriendo quemada por el agua hirviendo, pero a la cual se fue adaptando, así los mexicanos al alza de las gasolinas, y hasta donde un vocero del presidente electo dice: “Con las gasolinas pensamos no hacer nada y que se vaya decidiendo por el comportamiento del mercado…”.
Cuando un presidente electo propone que se consulte al pueblo para la construcción o no de un aeropuerto
Cuando es sabido a todas luces cómo se callan a los periodistas en esta nación
Cuando ves que las más atractivas series de Netflix hacen referencia al narco mexicano y así, inspiran a miles de nuevas generaciones
Cuando ves en Netflix documentales altamente especializados donde exhiben franca corrupción de nuestro país y la profunda negociación entre gobierno y narco, y no pasa nada luego de ese nivel de exhibición
Cuando empiezas a tener temor hasta de opinar, porque sabes que no pasará nada… bueno.
Sé que muchas de estas entradas en redes sociales vienen intercaladas con alguna imagen del arcángel San Miguel brillocito a quien le puedes hacer clic en “Compartir” y promete protegerte ese día, al mismo tiempo que fotos de tiernos cachorritos haciendo graciosada y media. Sé que también existen muchas más noticias en México, y todas buenas, muchísimas extraordinariamente buenas, yo mismo soy promotor de ellas y he entrenado a mi mente para buscarlas y enfocarme más en ellas, pero a últimas fechas, parece que me ganan las redes sociales y hechos de la vida real observados a simple vista que me dificultan gritar o escuchar gritar: “¡Viva México!”. Yo más bien guardaría silencio y seguiría trabajando en mi pequeño coto de influencia para un México mejor. Así, en silencio. Esperando que pase el tiempo y analizando si varios mexicanos, cada quien en su círculo de influencia, aportamos el bien necesario para que al unirnos y podamos sentir real alegría por vivir en este país.
Varios de mis mejores amigos, millonarios, orgullosamente mexicanos, ya no viven en este país. Todos han preferido irse. Y desde allá, desde lo lejos, sentir amor por la patria. Así quizá sea más seguro y fácil. De hecho, está demostrado que algo se valora más cuando se extraña y algo se extraña más estando lejos. Todos hemos sentido esa innegable añoranza y amor por nuestro país… estando lejos. Quizá por eso la permanente estrategia de Luis Miguel de cantarle a México en días patrios… en su show en Las Vegas, y ahora haciendo lo mismo el potrillo y otros muchos artistas. Ellos mejor que nadie saben que la emoción por un país se exacerba estando en otro. Inteligente medida. La gente adinerada que puede viajar a otro país para festejar al suyo, viven felizmente esta extraña emoción y amor patrio “pero de lejitos”. Y bueno, ahora que trastoco el tema del dinero…
Desde que me convertí en autor de finanzas personales con Inteligencia para el dinero, ¡cuántas cosas increíbles alcanzo a ver! Peor se pone la percepción del festejo patrio. Cuánta gente toma este fin de semana para enfiestarse “al precio que sea”, incluso incrementando su endeudamiento, pero ¡viva México! Al fin ya luego Dios dirá. Esa falta de educación, también financiera, que la mayoría de los mexicanos tiene. ¿Cuántas cosas comprarás hoy para tu fiesta? No solo comida en exceso (tema del que al rato también te hablo), sino la inmensa cantidad de “artículos basura”. Sí, hablo de los bigotes, sombreros, pelucas verde-blanco-rojas, cohetes, serpentinas, piñatas, banderitas de papel, decoración en general, que el próximo lunes… serán basura. Si tu compras de estas cosas… ¿Tenías ahorrado un fondo específico para diversión y fiestas? ¿Ahorraste durante todo el año en un fondo a parte para este tipo de gastos y, así, no afectas tu economía porque hasta los gastos inútiles, o para que no se oiga tan fuerte, los gastos de fiesta, los tenías contemplados en tu presupuesto? ¿No usas para nada tu tarjeta de crédito en estos días porque no es necesario ya que tienes un presupuesto para fiesta o te das rienda suelta con las tarjetas de crédito? ¿O mejor no tocamos el tema para que no sea un aguafiestas precisamente cuando ya compraste cosas así o porque quizá estás leyendo esto antes de salir a comprarlas? El mecanismo de evasión sigue siendo uno de los más socorridos de la psique humana, pero lamentablemente –para muchos, y afortunadamente para otros– yo estoy aquí para ayudarte a hacerte más consciente y con ello, te lo prometo, mejorar tu vida. Si no tienes dinero apartado para estas “cosas” desde hace mucho tiempo, o peor aún, si no tienes el dinero y lo único que tienes son deudas… ¡no deberías de gastar ni un sólo centavo en estas “fiestas patrias”! Mejor sería para ti quedarte dormido dos días y amanecer el lunes cuanto todo ya pasó. Te repones con un gran sueño y no gastas.
¿Comer? ¡La comida clásica de estas fiestas patrias es tremendamente dañina para el organismo! Ese es otro aspecto por el que no, de verdad no puedo con el “¡Viva México!”, y le entre al pozole, al picante en exceso, al maíz por doquier a través de quesadillas, tostadas, elotes. Postres en exceso azucarados, los clásicos mexicanos… no. No, ya no puedo de verdad. Para los que lidiamos con el peso desde siempre, en estas fechas de glotonería, ¡el daño no se limita a este evento! ¡Caray! Si el daño al organismo por una cena mexicana así, se circunscribiera a esa cena o a unas cuantas horas después, ponle tú, hasta un día después… ¡le entramos! Pero cuando sabes –el problema de siempre… cuando le sabes realmente–, descubres que el daño al organismo puede durar días y días, así como despertar un constante apetito por lo dulce. Daño al cerebro, al corazón, al sistema digestivo y, donde por costumbre de familias mexicanas, luego de la fiesta… ¡hay que ir al recalentado del día siguiente!… para que siga el delicioso daño. No, la verdad no puedo. Ya cuando le sabes y llevas días y días de sentirte extraordinariamente bien de salud por como has cambiado tu alimentación, ya hasta le empiezas a tener miedo a cenas como las que se organizan en fiestas patrias. No, yo ya no puedo.
¿Alcohol? ¡Ja! No puede faltar en este festejo, especialmente el “tequila” como otro símbolo patrio, pero en realidad, cualquier otra bebida alcohólica desfilará orgullosa en las casas de millones de mexicanos este fin de semana. ¿Cuánto dinero gastarás en alcohol, cuánto se incrementará tu deuda? ¿Qué tan mal te sentirás al día siguiente y presumirás con tus amistades de lo mal que te sientes, pero con lo mexicano que es aguantar. Hace tiempo por ahí leí esto: “Qué desgraciada tiene que ser tu vida para que anheles que llegue el fin de semana para emborracharte”. ¿Fuerte, verdad? Así suele ser La Verdad. Cuando alguien es realmente feliz con lo que es y con lo que hace consuetudinariamente, no busca “escapes” porque no tiene que escapar de nada. Es feliz ya de facto. Pero quien está amargado por la pareja que tiene, por el trabajo que realiza de lunes a viernes, por ser quien es… huye de todo ello como se huye de un incendio. El alcohol es el líquido que apaga momentáneamente ese incendio, el incendio de tus equivocadas decisiones, y las cuales continúas realizando así hasta en el escape.
¡Disculpa por hablarte hoy así! Quién sabe qué me pasó, pero, la verdad, ¡qué rica catarsis estoy teniendo! Yo no festejo a México hoy, yo vivo permanentemente haciendo algo bueno por México todos los días y eso es festejo permanente para mí. Yo no grito “¡Viva México!”, yo prefiero guardar silencio y trabajar todos los días para ser un mexicano cada vez un poco más digno, noble, entusiasta, profesional y honorable. Yo ya no tiro mi dinero desde hace tiempo, estoy consciente del gran trabajo que implica ganarlo y del honor que le debo a mi propio trabajo y persona, como mexicano, para no denigrarlo convirtiéndolo en basura. Mejor ahorro e invierto para ser un mexicano que, con su economía personal, aporte a la sociedad mexicana un problema menos de endeudamiento o angustia financiera. Prefiero ser un mexicano en paz y con una economía estable, es parte de lo que hago por mi país, porque sé y entiendo prefecto que lo que hago conmigo mismo lo estoy haciendo precisamente con esa pequeña parte de mi país sobre la que tengo mayor poder e influencia. ¿Comer y beber a destajo para festejar? No, desde hace ya mucho tiempo que no hago eso, precisamente por amor a mi país, a esa pequeña parte de mi nación que yo mismo represento, si me cuido, cuido a mi patria, a esa parte sobre la que tengo mayor poder e influencia: yo mismo. Le procuro un diabético menos a mi país para años futuros. Le procuro un problema de salud menos a mi país para días subsiguientes. Me mantengo lo más sano que puedo y sin afectar mi percepción de la realidad con ninguna bebida espirituosa. Me gusta la vida que llevo, ¡me encanta la vida que me he diseñado! ¡Me fascina vivir como vivo! Sano, en paz, y siendo y haciendo exclusivamente lo que más amo, como fue escribir esta columna. Así, siendo así, ¡Viva México! ¡Viva mi México! Ese del que soy juez y parte, ese donde procuro bienestar integral, trabajo diario con enormes desafíos para mejorar mi salud, soy muy consciente de mis finanzas para no ser un problema para mi país en un futuro, trabajo diariamente haciendo lo más que puedo para incrementar mi inteligencia y así tomar mejores decisiones que me ayuden a mantener mi paz y mi salud. Me convertí en empresario para transformarme en un auténtico héroe de esta nación, porque se necesita heroísmo patrio para tener una PYME en las condiciones de este país y dar empleos, pagar nómina, crear un espacio donde otros mexicanos se sientan seguros por trabajar y manifestar su talento. Escribo y doy conferencias a donde me contraten para ayudar al ser humano a sentirse extraordinariamente bien. Pero mi propuesta es que hay que trabajar para ello. Se tiene que desarrollar la fuerza para no dejarse llevar por las tradiciones si éstas van en contra de lo que acabas de descubrir como un bien para ti. Y no, no se trata de darse la oportunidad de una excepción. Cuando estás decidido, no hay excepciones. Estas decidido y ya.
Sirva esta columna para invitarte a ser un mexicano ejemplar, ese que no necesita emborracharse para sentirse mexicano, ese que no necesita sentirse mal para enorgullecerse de que lo tolera, ese que no necesita endeudarse para comprar amistad y camaradería, ese que no le importa el qué dirán mientas es fiel a sus ideales, ese que mejor se siente mal frente a la corrupción, la mentira, el despojo y la injusticia. Ese que decide, mejor ser un mexicano honrado, sano, pacífico e inteligente. Sí, uno de esos que al principio no tendrá mucha fama y será molesto para la familia y amigos por ser “diferente”, pero que con el paso del tiempo, será fuente de inspiración para muchos. ¡Se necesitan más mexicanos así! Mexicanos que, en silencio, se enorgullezcan de lo que hacen personalmente por su país todos los días y no sólo alardeen en una fecha mercadológicamente programada de su amor patrio. Se necesitan mexicanos que disfruten de estar bien todos los días y no se sientan discriminados por ello. Se necesitan mexicanos cuya honestidad sea el estandarte de su presencia. Se necesitan mexicanos cuya economía sea la muestra personal de la inteligencia y superación de un país llamado México. Se necesitan mexicanos que sepan estar felices con lo que son y con lo que hacen, sirviendo con amabilidad a sus compatriotas y al mundo en general. Mexicanos que sean la evidencia de que la bondad de Dios existe. ¡Se requiere de mexicanos con una nueva conciencia así! Y no, no se necesita fiesta para festejar su existencia, su propia existencia es ya una fiesta interior permanente y una dicha para quienes conviven con ellos en cualquier momento, cualquier día. Todavía conservo la fe de que varios mexicanos de esta talla, de esta altura, de esta casta, nos encontremos y tan solo con la mirada nos reconozcamos, felices de ser mexicanos y de poder aportar bien mediante nuestra coexistencia en este divino territorio llamado: México.
–Dr. Alejandro Ariza Z.