No cabe duda de que la vocación no es lo que eliges, sino lo que te elige cuando escuchas en silencio quién eres de verdad. El problema: aprender a escuchar en silencio el susurro de tu alma indicándote para qué viniste al mundo.
Acabo de vivir uno de esos momentos en que ya empiezo a sentir como «que ya estoy grande» porque me dan ganas de llorar de la ternura que me inspiran algunos pacientes.
Así hoy, con una jovencita linda de 18 años cuya mamá me presentó y le patrocinó una sesión conmigo para ayudarle a una decisión trascendental (palabras de la mamá): elegir qué carrera va a estudiar, que «porque es una decisión para toda la vida».
Lo primero fue decirles, tanto a la mamá, como a su hija, que no, no, no. No es una decisión para toda la vida, así como si no se pudiera cambiar de opinión o de actividad ya nunca. Noté cómo cuando se los dije, amén de contradecir a la mamá, le regresó el alma al cuerpo a la niña. Fue clarísimo ese momento. Fue una bendición.
No podemos presionar «por amor» a una persona de 18 años para que tome una decisión que la perciba tan grande e inamovible.
Todos podemos aplicar el pasito de Michael Jackson en Billy Jean, «pa’ tras, pa’ tras», si algo no nos gustó. Lo que sea. Saber esto, aligera la carga. Además, es enteramente normal, absolutamente normal, no saber a ciencia cierta qué estudiar y qué hacer «para toda nuestra vida» a los 18 años. ¡Caray! Si a veces hay dificultad para saber qué serie elegir en Netflix o qué desayunar, ¡imagínate decidir qué hacer para dedicar tu vida!
El diseño del sistema educativo nos «obliga» a decidir cuando no se tiene la capacidad para ello. Esta es una de las razones por las que hay tanto dolor hoy, amén de la existencia de «guiones de vida», esas órdenes tácitas que recibimos de figuras de autoridad y parece que ya nos diseñan la vida. Este es otro tema. Gran tema.
En fin, di mis sugerencias y mi corazón se tocó cuando esta linda niña hasta quiso llorar en algún momento. No quise ir más por ese lado porque si no, ya mero lloro yo también. Qué ternura me entró. Y bueno, como afirmamos en psicoterapia: cuando llega un paciente con un problema, ese no es el problema.
Así hoy.
Así siempre.
La niña quería llorar cuando no se estaba tocando ningún tema relacionado con la vocación, pero al estar en sesión, se sucedió «un momento de confianza» para revelar un sentir, una nota guardada.
No cabe duda. El silencio nos enferma. Poder empezar a hablar, puede llevarnos a sentir una liberación tal que hasta el cuerpo somatiza en forma de lágrimas. ¡Algo quiere salir! Psicosomática pura. Hermoso.
De lo más valioso será que, aprovechando que esta linda niña me buscó para un tema «vocacional» —aproveché y alcancé a ver su corazón, y es muy grande y muy bueno— podrá ver mi conferencia «Señales de destino» y estoy seguro que le va a cambiar la vida en dos horas.
Cuando su mamá llegó al final de la sesión, nos dice, viendo a su hija: «¿Qué te pasa? Te quedaste con una cara como de «procesando información»».
Claro.
Naturalmente.
Así la dejé. Así suele pasar cuando se tiene la oportunidad de poder habla profundamente.
Fue una sesión hermosa.
¡Cuánto podemos ayudar a las nuevas generaciones!
Qué súper mamá que me buscó para esto. Eso también tocó mi corazón hoy. Me dice: «Yo lo conozco a usted desde que vino acá a Huatulco a dar unas conferencias allá por el 2009».
¡16 años después, me busca porque los ecos de un impacto siguen resonando en su ser!
¡Cómo no agradecerle a Dios lo que me puso a hacer!
En fin, solo te comparto esto porque sé que tú también puedes ayudar mucho a nuevas generaciones compartiendo tu verdad, revelando tu experiencia.
¿Quién alcanza a ver más lejos? ¿Un enano o un gigante?
¡Un enano que se sube a los hombros de un gigante!
Y eso es lo que nos corresponde hacer a muchos que ya estamos «entrando a la generación saliente» para ayudar a la generación entrante.
Si has leído hasta aquí, me alegro. Estás muy por arriba del promedio en México.
Recibe mis saludos,
¡Emoción por existir!
—Alejandro Ariza Z.