¿Quién tiene el poder para transformarte?
El interesante fenómeno que tiene tu elección para decidir de quién escuchas consejo.
Estimad@ lectora, lector:
Hola.
Pues ya llegamos a la mitad de enero, prácticamente. En mi entrega de hoy para ti, te confieso que viví horas de inspiración sin dejar de escribir para compartirte todo lo que sucedió luego de lo que sentí al terminar una novela derramando más de una lágrima. Nunca dejará de impresionarme cómo permitimos que alguien nos toque el alma con sus letras. Espero que disfrutes de mis cavilaciones.
En esta publicación, te comparto:
💡 Noticias.
✍🏻 Columna: “¿Quién tiene el poder para transformarte?”.
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✍🏻 Columna: ¿Quién tiene el poder para transformarte?
Recuerdo cuando hace años llegué a dar clase de Ética en una preparatoria y les lanzaba a mis alumnos la pregunta, casi como reto:
"¿El hombre nace básicamente bueno o básicamente malo?".
Empezaba a escuchar opiniones para un lado y para el otro de ese interesante juicio. Hasta por ahí, escuchaba la indecisa voz exclamar: "Depende". Al final les decía:
"Estimados... pues ni lo uno, ni lo otro. El hombre no nace ni bueno, ni malo. Nace libre".
Se hacía un silencio característico de la mezcla de la introspección con el asombro. Y esta anécdota me vino a la cabeza cuando hace unos días pensaba cómo he empezado a sentir cosas que hace tiempo no sentía, y todo por haber elegido leer una novela. De ahí, cavilé como cuando se cae una bola de estambre y nadie la detiene. Un pensamiento surgiendo rápidamente tras otro, reflexionando en cómo me convertí en quien terminé siendo hasta ahora, hasta esta etapa de mi vida.
Mi respuesta se me asomó casi de inmediato: "Soy quien soy por todo lo que aprendí". Al igual que todo el mundo. ¡Qué trascendencia creadora de ser tiene el aprendizaje! El aprendizaje forja. Elegir y adquirir información troquela argumentos de vida. Aprender, (leer, estudiar y practicar), es el telar de una existencia.
Desde hace años he analizado que ese aprendizaje fue, en su momento, adquirido por dos vías. La primera, aprendizaje por destino, es decir, el adquirido por la familia en que tuve la oportunidad de nacer, por la educación que me dieron mis padres, con su teoría y con su ejemplo, por las escuelas a donde me enviaron, por el momento histórico en el que nací, por el acceso a medios de comunicación con los temas de aquel momento, por el tipo y clase de gente con la que empecé a convivir y empecé a escuchar, y varios etcéteras. Todo ello, lo puedo concretar en "información recibida involuntariamente". Pero, luego, surgió una segunda y más trascendental vía de aprendizaje...