«Por la calle de "después" se llega a la plaza de "nunca"». –Luis Coloma.
Abro mi columna de esta semana con una frase del padre Coloma, escritor, periodista y jesuita español, porque como concepto de realidad, desde siempre se me ha hecho en extremo atinado. Se dice que la paciencia es un rasgo de personalidad prudente. Se habla de ella como virtud, la de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Me parece que fue Jean de La Fontaine quien afirmó que la paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo. Y pues, con todo y eso, hoy me gustaría reflexionar contigo acerca de que muy posiblemente sea un mito, eso de que la paciencia sea virtud.
Podría extenderme más de lo prudente si empiezo a hablar aquí acerca de las virtudes humanas, no creo que sea el espacio ni el tiempo. Pero para fines prácticos y breves, he de comentarte que una virtud es un hábito bueno. Los actos humanos, divididos en buenos y malos, cuando se repiten tanto, logran hacerse inconscientes, así se convierten en hábito. De esa manera, cuando un acto bueno lo hemos repetido tantas veces, es que creamos un hábito bueno, llamado en filosofía "virtud". Quiero que trascienda en esta breve explicación que ya estamos adentrándonos así al terreno de lo inconsciente, donde ya no te das cuenta de lo que haces por haberlo hecho tantas veces. Si fue algo malo, es un vicio, si bueno, virtud. Aquí lo interesante es que con el paso del tiempo, con la práctica, podemos dejar de darnos cuenta y, en el caso particular que compete a esta columna, no nos percatamos de que quizá vivimos esperando. ¿Qué? No sé. Increíblemente, quizá nada. Solo esperar, solo vivir esperando ya de forma inconsciente, solo la costumbre de esperar. Sí, aunque parezca increíble, podría ser así. Una vida en pausa permanente. Una vida no vivida, digamos, simplemente durando.
Elon Musk alguna ocasión dijo: "Deja de ser paciente y mejor empieza a preguntarte cómo podrías lograr lo que tienes planeado para 10 años, en seis meses". ¡Se me hizo tan fuerte este planteamiento! Y por doble causa: por la propuesta en sí y por quién la dijo. Vuélvela a leer. Reflexiona un rato en su planteamiento e implicaciones. ¿Quieres un calambrito? Quizá haya alguien que no tiene planes para 10 años. Ni para cinco, ni para el año entrante. Gente que se quedó en pausa.
Muchas personas esperan a que las cosas mejoren, a que la pandemia por fin acabe real y totalmente, a que la economía se recupere, a que la inflación baje, a que la recesión no llegue, a que venga alguien a rescatarle, a casarse, a divorciarse, a dejar ese trabajo, a conseguir trabajo, a bajar de peso, a que el otro se contente, a que se vaya, a que se decida, y un sinfín de etcéteras. Una vida en pausa. Esperando de forma perenne. Paciencia que más parece vicio que virtud.
¿Sabes que si el otro no decide... tú puedes decidir?
Déjame hacerte una pregunta si de esos pacientes y sigues y sigues esperando: ¿Cómo te está yendo? Dente a pensar en tu respuesta, al fin no debe costarte mucho trabajo detenerte (broma respetuosa).
Esperar... ¿Te ha hecho más próspero? Esperar... ¿Te ha hecho más feliz? Esperar... ¿Te ha generado grandes oportunidades?
Si no, ¿Qué te hace suponer que luego podría ser diferente si sigues esperando?
Por todo lo anterior es que te quiero recomendar: ¡Ya deja de esperar! Ya haz que llegue tu momento. Tu momento de decidir, tu momento de prosperar, tu momento de mejorar, tu momento para vivir de verdad la vida que siempre has querido.
Con mis cuestionamientos de arriba no me interesa presionarte, pero... quizá sí un poco si me permites influenciar tu vida para mejorarla. Y es que también sé que no puedo servirte si no te despierto y no te ayudo a ver la verdad. El tiempo no pasa, el tiempo es algo estático, más bien los que vamos pasando somos nosotros. Por eso mi invitación a que antes de que pases a otra dimensión, mientras humano, vale la pena atreverte a hacer lo que tengas que hacer para reclamar el diseño de vida que más te gusta. Hace unos días publiqué en alguna de mis redes sociales la pregunta: "¿Si sigues haciendo lo que haces, tu vida sería mejor en los próximos cinco años? Me sorprendió ver algunas respuestas categóricas diciendo "¡No!". Ya no continué la discusión, pero te confieso mis ganas de haberles dicho a esas personas con énfasis: "¡¿Y luego?!". Es tu decisión si deseas mejorar tu vida o no. Es tu decisión a quién deseas de mentor y qué conocimiento y habilidades deseas adquirir. Pero, por favor, deja de esperar y haz algo por ti. Sea lo que sea que elijas, yo te apoyo si es algo que te ayude a mejorar. Y si yo puedo representar a alguien que te ayude, aquí estoy para servirte. Pero ya deja de esperar.
La semana pasada yo tomé un curso (ahora me tocó a mí estar del otro lado de la ecuación de enseñanza-aprendizaje) en donde debía estar atento a la transmisión de casi tres horas, todos los días en vivo, durante cinco días seguidos. Sí, es pesado y más para como se nos ha trastornado el cerebro hoy en día con las redes sociales. Parece que todo lo queremos rápido, que sea breve y que dé extraordinarios resultados. Si no, mejor seguimos esperando a que llegue algo así. No existe. Sigamos esperando entonces. Te sigo platicando: Me enteré de que las sesiones se grababan, pero ¡se me hace una tontería que si deseo algo, le desee a medias pensando que "luego" lo podría ver! En mi experiencia no suele suceder así. Si supe con antelación de un curso y me interesó realmente, lo programé en mi calendario y me respeté asistiendo a él con toda puntualidad como compromiso conmigo mismo. Saber que "luego" podía ver un curso grabado demeritaba su valor para mi experiencia en él. Sin duda, no lo niego, una gran ventaja de nuestra era el que se grabe y permanezca disponible la información para siempre. Solo que el que no está disponible para siempre soy yo. Fíjate bien, para quienes damos un curso y, gracias a la tecnología de hoy, lo grabamos, generamos así conveniencia para todos. El tiempo parece que se acopla mejor para el interesado de esa manera, pero, te repito, en mi experiencia no sucede así. El interesado puede adquirir el curso y seguir esperando al momento ideal para verlo, "cuando tenga tiempo". ¡Por Dios! Tiempo siempre hay, te digo que el tiempo es un estado permanente, un presente continuo, casi suspendido en la nada. Lo único que no puede haber es interés. Por eso siempre he explicado que el tiempo no es otra cosa más que una medida de interés. Si algo me interesa, "hago" el tiempo y lo manifiesto estando ahí. El tiempo no llega, se crea, yo lo creo. ¡Y eso es poder, he! En mi caso, más bien, con antelación, sé que si no hubiera hecho el tiempo en mi calendario, más bien luego no tendría el tiempo de verlo. Si decido, ahí mismo creo el tiempo. Y sí, llevo una sana prisa que me gustaría contagiarte. Sana, porque nadie se muere en realidad. Prisa, porque actúo como si fuera cuestión de vida o muerte en realidad.
Dicen "los expertos" y entendidos en la paciencia como virtud que conviene no ser tan exigente con uno mismo y relativizar, que es algo fundamental, se refieren al famoso... "Tú tranquilo" y "Todo depende". Yo no siento que deba ser así siempre. De verdad que cuando analizas la historia misma de la humanidad, descubres que los grandes avances, los progresos, los logran aquellos que tuvieron una sana prisa. Hace unos días vi un reportaje de la revista "CEO" exhibiendo la edad en la que ciertas celebridades lograron convertirse en multimillonarios (en dólares). Elon Musk a los 41 años (cuya fortuna supera los 200,000 millones de dólares), Bill Gates a los 31 años, Rihanna a los 33 años, Mark Zuckerberg a los 23, Jeff Bezos a los 35, Warren Buffet a los 56 años, Lebrón James a los 37, J. K. Rowling a los 38, Oprah Winfrey a los 49 años, Michael Jordan a los 51. ¡Por supuesto que el objetivo en la vida no consiste en ser multimillonario en dólares! Eso es cuestión de cada quien. Quizá tú no lo tengas en tus objetivos, y está bien. Citarte estas cifras y estos personajes aquí solo es un ejemplo de personas que dejaron de esperar y emprendieron una acción decidida en lograr y enfocada en sus deseos. ¡Qué poderoso e inspirador! ¿No crees? Todos trabajaron con fechas límites.
Ayer me dio muchísimo gusto conocer a un grupo de emprendedores argentinos que comentaban la historia del emprendimiento de su exitosa empresa y platicaban: "No lo teníamos muy claro o lo percibíamos como lejano. Pero lo que sí teníamos claro era donde no queríamos estar y lo que no queríamos hacer. Tampoco sabíamos bien a bien cómo lograr lo que medio imaginábamos, pero sí sabíamos que un buen sueldo en una gran empresa ya no nos motivaba. No queríamos separar vida y trabajo, sino más bien tener un trabajo que nos diera vida. Quizá al principio no sabíamos bien qué queríamos, pero fue un gran avance saber lo que no queríamos. Cuando todos estábamos de empleados, trabajábamos de 9 a 5, y ahora somos más felices trabajando hasta la madrugada, ¡Qué cosas!". Y sí, es que la felicidad está en el hacer cuando se hace lo que amamos. La felicidad no es por un horario límite, eso más bien sería un pálido émulo de felicidad si medimos el tiempo para salir corriendo de lo que no nos gusta hacer.
Sea lo que sea, ya deja de esperar y atrévete a dar ese paso que, aquí, en confianza, te diré: "Tú bien sabes lo que tienes que hacer y bien sabes también que te conviene hacerlo ya". Lee despacio lo que te acabo de decir. Bueno, no tan despacio, pero sí vuélvelo a leer.
Sirva esta breve columna para desmitificar a la paciencia como virtud. No lo es en muchos casos. Ya te digo, quizá sea más vicio que otra cosa. Si hoy has sentido algo dentro de ti por leer aquí, ¡festejo que casi sea media noche de este domingo y yo siga aquí escribiendo para ti! Hoy empecé temprano, dictando la primera sesión de mi curso: "Construyendo un segundo cerebro digital", hablando tres horas apasionadamente sin parar, luego produciendo otros servicios y creando la manera de que quien se lo perdió lo pueda ver y aprovechar el valor que vertí ahí, y ahora aquí escribiéndote para no dejar mi disciplina de escribir para ti y que tengas un mensaje con filosofía Ariza para empezar la semana. Cuando amas lo que haces, ¡¿por qué habría que poner límite de tiempo?! Todo lo contrario.
Cuando sientes que algo hay que cambiar, quizá esa sea la señal de que en ese momento es cuando ya hay que hacerlo. No lo pienses tanto. En la tarde tomé una llamada de un paciente que me decía: "Doctor Ariza, a momentos me siento mal porque de verdad que envidio...". Y me explicó por qué. Fue intenso el momento. Cuando terminó, le pregunté si tenía un deseo verdadero de dejar de sentirse así de mal. Me dijo de inmediato que sí y noté un tono enfático en su voz. Entonces le dije: "Ahora mismo entra a estudiar un curso en línea que tengo llamado El poder de la protección. Por favor toma notas, pon mucha atención, hazlo ahora mismo colgando conmigo". ¡Y lo hizo! Dos horas después me llamó llorando de la emoción porque por primera vez en su vida había conocido de ese tema y explicado así, emocionado me dijo que "corrió la cortina" y ahora ve Luz con mayor claridad y se siente poderosamente responsable de sus comportamientos para ya no sentirse mal. Me dijo emocionado: "Quizá no me crea doctor, pero mi vida acaba de dar un cambio radical en menos de dos horas. Dios lo bendiga. ¡Muchísimas gracias!". ¡Que maravilla! Imagínate que luego de haberle recomendado ese curso, disponible para cualquiera las 24 horas del día, los siete días de la semana, me dijera: "Bueno, prometo echarle un ojito luego y cuando pueda lo reviso". Alguien así merece seguir sintiéndose mal. Esperar siempre te mantiene en el mismo lugar. Me contagió tanto su emoción que decidí hacer un gran descuento y mantener ese curso en promoción permanente por el bien que puede hacerle a la gente. Puedes saber de él haciendo clic aquí.
Disfruta el atrevimiento. Lleva una sana prisa. Y en el proceso mantén, como consecuencia, una gran...
¡Emoción por existir!
–Alejandro Ariza.
Hola, me parecio muy interesante este correo, muy intenso.