¿El fin justifica los medios?
Un gran cuestionamiento ético, acerca de la industria farmacéutica, políticos, qué favorece actuar bien y la gran recomendación de una miniserie.
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✍🏻 Editorial: ¿El fin justifica los medios?
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✍🏻 ¿El fin justifica los medios?
Recuerdo perfecto cómo desde mi preparatoria, en mis clases que más disfrutaba, Lógica y Ética, una clásica pregunta era motivo de debate... ¿El fin justifica los medios? Tuve la fortuna que la misma maestra, Angie, me diera las dos clases, aunque fueron en diferentes años. Disfrutaba enormemente de sus clases. "El fin justifica los medios" es un postulado que se ha asociado Nicolás Maquiavelo por su obra El Príncipe, publicada en 1532, donde defiende la imposición de cualquier teoría o plan político por parte del gobernante para permanecer en el poder ante cualquier incidencia.
Años más adelante, en la carrera de Medicina, en el cuarto semestre, el titular de la materia de Medicina Interna, un cardiólogo, copia fiel de "Droopy", nos dijo el primer día: "Ni me vengan a llorar a suplicar que los pase en la materia porque nadie me ha llegado al precio. Todos tenemos un precio, pero a mí no me han llegado". Así abría el semestre un maestro de la carrera de Medicina.
Luego, en cualquier día puedes asomarte a las noticias y siempre encontrarás historias de increíble corrupción, y para colmo, aun más en fechas recientes. Noticias donde se evidencia de que quien tenga más dinero es quien tiene el poder.
Entonces... ¿El fin justifica los medios? Esta es una pregunta ética y moral que ha sido debatida durante siglos. Algunas personas argumentan que el fin justifica los medios, lo que significa que si el resultado final es bueno o beneficioso, entonces cualquier acción tomada para lograr ese resultado está justificada. Sin embargo, otros sostienen que los medios utilizados para lograr un fin también son importantes y deben ser éticos y moralmente correctos. Argumentan que no se puede ignorar o pasar por alto la forma en que se alcanza un objetivo solo porque el resultado final es deseable. En última instancia, ante la evidencia..., ¡Parece que la respuesta a esta pregunta puede variar según las creencias y valores de cada individuo! Algunas personas pueden estar dispuestas a aceptar ciertos compromisos éticos si creen firmemente en el resultado final, mientras que otras pueden considerar que los medios siempre deben ser justos y respetuosos.
Podría quedarme contigo aquí a exponerte mi más profundo análisis crítico ante el postulado que ocupa esta columna, pero, por la trascendencia que considero del mismo, quizá eso lo deje para un pódcast privado, privilegio para mis lectores VIP que han adquirido la membresía. De verdad, si te consideras una persona altamente sensible y disfrutas guiar tu vida con valores de orden superior, te invito a que te suscribas o hagas un "upgrade" de tu suscripción gratuita. Recuerda que, gratis, solo tienes un artículo mío al mes, pero si te suscribes por ¡tan solo 118 pesos!, recibirás publicaciones cada semana y acceso a todas los "ArizaTips". Suscríbete aquí:
Lo que me trajo a reflexionar acerca de este tema en esta ocasión fue que, el fin de semana pasado, noté cómo me sentí profundamente indignado al saber de una historia increíble, ya en formato de miniserie de Netflix. ¡Vela por favor!: "Medicina Letal".
Sencillamente, no pude parar de verla hasta el final de una sola sentada. No quisiera hacerte un "spoiler", pero necesariamente te diré que es una historia REAL y hoy en día se mantiene viva, ¡e impune! ¿El origen de tanto poder? El dinero. Y la manera de generarlo es a través de los negocios millonarios de la industria farmacéutica, específicamente "Purdue Pharma", aprovechado el dolor humano. Tienes que saber esta historia, por eso te recomiendo enfáticamente ver la miniserie. La producción no reparó en nada. ¡Publica abiertamente todos los procesos mentales de la mente maquiavélica de un par de doctores, abuelo y nieto! Y, como todo, cuando las cosas llegan al más alto nivel, vía Rudolph Giuliani, llega hasta la Casa Blanca una orden que tira todo el trabajo de una fiscalía. Conocerás la historia del Dr. Richard Sackler y no podrás creer hasta donde puede llegar la ambición de un médico y una familia.
Sé perfectamente que esta historia no es única, que es una más de las tantas parecidas, pero la producción de esta miniserie desenmascara lo que creo, muchas personas deben conocer y estar alerta cuando se involucra la salud humana y la ambición de médicos y políticos. Sé también que la industria farmacéutica no es la única industria que puede corromperse tanto. La industria de los medios de comunicación, los gobernantes, partidos políticos, empresarios, la industria bélica, la industria alimentaria, y un sinfín de etcéteras nos harían pensar si el mundo está ya evidenciando que sí, el fin (el dinero), justifica los medios (los que sean).
Me queda un consuelo. En medio de tanta evidencia de mal, todavía existimos muchos, muchos, que preferimos trabajar para el bien. Sé que el bien no es noticia, y por eso "parece" que somos menos, pero quiero creer que somos un grupo grande. Y algo más, aun si no lo fuéramos, si tan solo tú o yo nos sintiésemos más orientados hacia el bien, la verdad, la belleza y la unión, para nosotros mismos, bastaría A lo largo de los años, cuando ves lo mal que anda el mundo, lo que quizá más convenga es "hacer tu propio mundo donde reine el amor" y quedarte ahí adentro, uno en donde los valores de orden superior te permiten vivir en paz, acorde a tu propia idea de paz, esa basada en el bien y la verdad. Crea un mundo paralelo y permanece ahí. Yo creo que Dios permite eso, por eso hay tantos mundos sucediendo al mismo tiempo, desde los mundos más malditos, casi inconcebibles por tan increíble magnitud de maldad humana, hasta los benditos, donde reina el bien y la bondad, donde se vive en paz real. Tú eliges en cuál vivir. Ambos están sucediendo al mismo tiempo. Ambos son opción. Como todo, cuestión de niveles de energía. Mientras que alguien lee las noticias llenas de abuso y corrupción, tú estás leyendo un artículo escrito por un autor especializado en la superación personal y la autoayuda.
Ando pensando en abrir un zoom privado para quienes la hayan visto y ahí analizar lo delicado del postulado: El fin justifica los medios. Cuando hayas terminado de ver la serie, envíame un mensaje en los comentarios de este artículo y seguro te invitaré si se organiza ese zoom.
¿Qué será lo que detiene a un ser humano ante la tentación de dañar a los demás, justificado por "su propio bien" y le ayuda a evitar el mal?
Brevemente, creo podría envolver en siete factores, lo que puede ayudarle a un ser humano a evitar elegir el mal:
La conciencia moral: La capacidad de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, y actuar de acuerdo con los valores y principios éticos. Aquí el reto es la educación recibida y la información a la que se expone la persona, información elegida o, más delicado aún, información impuesta.
La empatía: La capacidad de ponerse en el lugar de los demás y comprender su sufrimiento, lo que puede disuadirnos de hacer daño a otros.
El sentido de responsabilidad: Sentir la obligación personal de actuar de manera justa y ética, asumiendo las consecuencias de nuestras acciones.
El autocontrol: La habilidad para controlar nuestros impulsos y emociones negativas, evitando así actuar impulsivamente en perjuicio de otros.
La educación moral: Haber recibido una educación que promueva valores positivos, respeto por los demás y enseñanzas éticas.
El temor a las consecuencias legales o sociales: El miedo a ser castigado o rechazado por la sociedad puede disuadirnos de realizar acciones inmorales o dañinas.
El amor. Este punto, bien podría encerrar los otros seis.
Es importante destacar que cada individuo es único y puede tener diferentes motivaciones para evitar el mal. Sin embargo, estos son algunos ejemplos comunes que pueden influir en nuestro comportamiento ético. El gran reto es que, si analizas con atención los siete puntos anteriores, todo radica en educación, en un intangible, con efectos tangibles. Lo que llega a aprender una persona, por lo que ve, por aquello a lo que se expone, por las relaciones que entabla, por lo que lee o no lee, por lo que escucha y, por lo que aprendió en la familia, en la escuela y con amigos, en general, por toda la información que adquiere. ¡Qué delicado es aprender! ¡Qué trascendencia tiene lo que uno aprende!
¿Sabes? ¡Festejo que estés leyendo aquí! Y festejo más si eres mi lector VIP. Siguiendo la línea de reflexión de hoy, ser mi lector VIP implica un paso más allá en tu verdadero interés en alimentarte de temas propios de personas altamente sensibles y orientadas hacia el bien, la verdad, la paz, la belleza y la unión. Sin duda, a vivir mejor, se aprende. A ser mejor persona, se aprende. A crear un mundo paralelo, se aprende.
Durante años, cuando la ilusión y energía juvenil reina, uno desea lanzarse de paladín de la justicia y procura invitar a todo mundo a que haga el bien. Es el síndrome del héroe que todo líder propositivo llegamos a tener. Luego, al paso de los años, o por lo menos en el momento de mi vida en el que me encuentro, se aprende que a hacer el bien no se invita, sino más bien, se hace el bien y ya; cada quien puede elegirlo y luego, ahí encontrarnos los que lo elegimos. El héroe cuelga la capa, cansado de insistir y ver que el mal sigue existiendo, se haga lo que se haga. Entonces, surge un momento de, quizá, gran inteligencia del héroe: optar por dejar de serlo y sencillamente él solo vivir en un mundo de bien creado por él, aunque al principio, ese mundo solo lo habite él. Cuestión de tiempo, y poco, para que los afines a esa calidad de vida, lleguen, sin necesidad de invitarlos, sino por decantamiento natural, por ley de semejanza. Creo ya recuerdo haber hablado de un planteamiento así desde la primera edición de mi libro, El verdadero éxito en la vida más allá del ego. Un mundo color de rosa donde cada quien va poniendo ladrillos rosas creando su castillo para meterse a vivir en él. Y quien sea afín, se sentirá atraído a entrar. Y si no, que permanezca fuera en un mundo paralelo. Mundos que, por definición, ni se tocan, ni se encuentran el uno al otro, como todo paralelismo.
Ya te digo, por eso, festejo que nos encontremos aquí.
Todavía hay gente buena, muy buena. Encerrase con ellas es inteligente y bueno. Se entra a este mundo no por invitación, sino por pacífico merecimiento. La afinidad genera el encuentro. Ley de semejanza.
¡Emoción por existir!
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📸 La imagen de la semana
“Uno elige sus ventanas”
Apenas hace una semana estaba disfrutando de los colores otoñales de “Central Park” en New York. Deliberadamente, elegí un hotel frente al parque. Deliberadamente, elegí un piso a nivel de los árboles. Deliberadamente, el día que hizo frío, permanecí más rato guardado en la comodidad de mi habitación. Deliberadamente, mi ventana me hacía ver lo que yo elegí ver: La belleza del otoño.
🤔 La frase de la semana
“Si hago una buena obra, me siento bien; y si obro mal, me encuentro mal. Esta es mi religión”.
–Abraham Lincoln.
Alejandro, propongo una mirada alternativa de pensar el dilema de “El fin justifica los medios”, sin abusar del pobre Machiavelli, y que es volver a la filosofía kantiana.
Recordemos que para Kant la moral está hecha de imperativos, de órdenes. Hay que hacer esto y aquello. No se debe hacer esto otro. Todos son mandatos (o imperativos).
La mayoría de los imperativos de nuestra vida son lo que Kant denomina hipotéticos (o condicionales): una orden dada en función de una actividad que voy a realizar. “Una acción posible como un medio para conseguir algo”, según define en su “Metafísica de las costumbres” de 1797. En el caso de los imperativos hipotéticos, su motivación puede ser una recompensa después de la muerte, o riquezas o éxito o crédito en esta vida. En ambos casos, no obstante, el motor es la satisfacción del ego y no la bondad, por lo que para Kant este tipo de imperativo no puede ser la base del comportamiento ético (“hacer el bien”).
En efecto, un imperativo hipotético tiene la forma “si quiero tal cosa debo hacer tal otra”, lo que suele instrumentalizar todo, incluido al ser humano. Visto así, sólo con los imperativos hipotéticos puede tener validez la frase “el fin justifica los medios”.
Pero según Kant también hay imperativos que no tienen condiciones. Mandatos que tenemos que hacer sí o sí, no porque vayamos a conseguir tal o cual cosa sino por nuestra sola condición de seres humanos. Kant define así lo que denomina el imperativo categórico, que desarrolla en su “Crítica de la Razón Práctica” (1788). Si bien se refiere al concepto de distintas formas, la definición básica es que la conducta ética se debe adecuar a la máxima racional de que nuestras acciones puedan ser tomadas como referencia para todo el mundo, tratando a las personas como fines en sí mismas y no como medios para nuestros fines. Este imperativo es categórico porque implica su realización independiente de nuestros deseos.
Por lo tanto, yo guiaría la pregunta que se hace en tu interesante columna de la siguiente forma: ¿De qué “fin” estamos hablando? ¿Uno que implica un imperativo hipotético o uno categórico? Pues, en el segundo caso, no habrá un fin que pueda ser justificado.
https://pequen.substack.com/p/el-dilema-de-eutifron